EL COMPROMISO INALIENABLE CON LA POESIA Y CON LA VIDA
Ana
Pérez Cañamares es ante todo una voz
comprometida con la palabra, con su tiempo y con la vida,en poco tiempo se ha
convertido en una voz imprescindible en el panorama poético español. Su primera
entrega poética data de 2007,La alambrada de mi boca , al que sigue
en 2010 Alfabeto de cicatrices en la
que nos habla de un mundo cotidiano, roto, fragmentario y duro en el que se
desarrolla nuestra vida cotidiana.
Con Las sumas y los restos obtuvo, por unanimidad, en su quinta edición
el Premio de Poesía Blas de Otero 2012. En su acta el jurado señala que “se
trata de un poemario sobre las tormentas y naufragios diarios escrito con un
tono realista y crítico”, yo añadiría que se trata de un poemario que en cada
una de sus sílabas rezuma la autenticidad de la vida con sus fracasos y sus
esperanzas. Es un libro en el que nada sobra, cada poema va a la raiz más
profunda de las cosas, de los sentimientos y de las verdades que cada día van
configurando la vida muchas veces a pesar de nosotros mismos.
En este libro tenemos una voz de mujer, que se sabe mujer y solidaria con
otras mujeres que no tienen una voz con la que dejar constancia de su verdad o
de su existencia.
El libro se abre con una
cita de Adrienne Rich y con un poema,
que es una declaración de principios, en el que se nos dice Antes de
salir al mundo, levanta/ un memorial a los ahogados./ Sus cuerpos son los
escalones/ que te llevan hasta la calle”. hay que salir a la calle para saber
quién somos.
Se estructura el poemario en dos grandes apartados y un epílogo. El
primer apartado titulado “Los mapas” está a su vez dividido en cuatro partes
que corresponden a los cuatro puntos cardinales. Se trata de una especie de
bitácora en la que la poeta es una voz comprometida con su tiempo y también la
voz de los que no la tienen o no la pueden ejercer.
La vida cotidiana con sus restricciones, el trabajo como algo imperioso
que roba el tiempo sagrado de la vida y de la escritura,”Y son las tardes lo
que me queda/después de vender la mañana/ y que me la compren barato”.
En algunos momentos este libro recuerda el Poeta en Nueva York de Lorca sobre todo en los poemas en los que la
cotidianidad contrasta con la naturaleza, con la primavera que está más allá de
la ventana de la oficina o con la mariposa en el vagóndel metro de la que nadie parece darse cuenta.
La vida familiar, la hija que llega a casa y tiene que hacer los deberes,
los gestos repetidos que nunca son banales como decir “te quiero” y esperar la
réplica que cada día es la misma. Los gatos que viven en la casa y nos traen un
poco de esencia natural indestructible. Gatos que como ella yo también estimo como algo
imprescindible.
Aparece de refilón la guerra como una secuela de la que no nos podemos
librar , de la que no nos queremos librar porque en el fondo somos la memoria
de los que fueron engullidos por ella.
El segundo apartado “Los tesoros” contiene la memoria personal de la
poeta, el recuerdo de los padres y la nostalgia que ello trae consigo y que se
muestra en pequeños detalles como los platos regalados por la madre y que ya
están deslucidos y pasados de moda. Y la infancia, ese territorio en el que nos
formamos y que , de un modo u otro, siempre tenemos presente.
Ana Pérez Cañamares cree en las palabras
y con ellas nos hace pensar y emocionarnos además de darnos un
testimonio único de su tiempo y de las personas que caminan, que caminamos, con
ella.
Poesía auténtica en la que lo sublime y lo insignificante adquieren una
misma presencia y nos llevan atados a sus palabras.
M. CINTA MONTAGUT
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