Economía de guerra, Ana Pérez Cañamares
Lupercalia, Alicante, 2014. 136 pp. 13,95 €
Miguel Baquero
Tras ganar el premio Blas de Otero con su anterior poemario, Las sumas y los restos,
una mirada emocionada sobre el interior de las personas y las
presencias, pero sobre todo las ausencias, que lo componen —en la autora
como en quien lee: se trata de una poesía que busca esa voz común a
todos; no en vano hay un verso que parece haber adoptado A. P. C. como lema y es «escribo sobre mí / porque yo / soy cualquiera»—; tras este magnífico ejercicio de poesía íntima y desgarrada, Ana Pérez Cañamares vuelve a las librerías con Economía de guerra, un libro de tono, en apariencia, muy distinto al anterior.
En todo caso, los libros de Ana Pérez Cañamares son verdaderos
acontecimientos. Una oportunidad de encontrarse con la poesía de hoy,
viva, latente —ya lo creo, y con unas pulsaciones aceleradas—, poesía
inserta en el mundo que nos rodea y afectada por los problemas que nos
incumben. Poesía que está siendo. Y que en el caso de este nuevo libro
de A. P. C. alza la voz, a veces en grito, para denunciar la
injusticia y a indignidad a que nos hemos visto reducidos. O
arrastrados, si se prefiere, sin oponer la resistencia debida. Ya los
primeros versos, o antes incluso: las primeras palabras de esta Economía de Guerra
claman contra la nueva religión del beneficio económico sobre todas las
cosas, en que nos han hundido… o nos hemos hundido por nuestra
pasividad. En varias ocasiones la autora se pregunta cuánto de culpa ha
habido en nosotros, aunque solo haya sido por ser tan ingenuos. «Yo no
habitaba ya esta comunidad de hombres como arquitecto…»
Pregunta que al fin sólo queda esbozada, porque lo que al cabo importa
es que hay gente —los destinatarios de esta colección de poemas—
rebelada contra este estado de cosas que parece haber sustituido a la
verdadera vida, apartada para que no estorbe al crecimiento económico:
«Llega la vida y se planta ante vuestra verja. / Es una mendiga que
acepta toda limosna. / Pero vuestro perros la ladran / vuestros guardias
no la dejan pasar».
En Economía de guerra, la autora plantea el mundo
seccionado tajantemente en dos, quienes lo dominan y quienes resisten en
nombre de la vida —entendida «vida» como la naturalidad, la
espontaneidad, la alegría—. Un mundo al borde de la batalla que cada día
se va planteando de manera sorda: no es normal esta resignación y
desesperanza con que la mayoría sobrevivimos, esta derrota cotidiana, o
quizá fuera mejor decir —y no es broma— semanal: «Si el sábado fue
territorio/ liberado, el domingo es / arrabal de la ciudad sitiada,
[víspera] del que entra al matadero.»
Este nuevo libro de poemas de Ana Pérez Cañamares quiere ser un
canto contagioso a la resistencia, a recuperar la verdad de cada uno y
la poesía apartada por tantos intereses. Pero al tiempo que la autora
llama a la confrontación, se advierte al fondo —y esto es lo que, en
opinión de quien reseña, hace a este poemario más humano, luego más
poético— la presencia de una duda. Es cierta la perversidad del orden
establecido, palpable la manera en que nos engaña y domina, inmoral como
nos utiliza para luego dejarnos indefensos… pero quizás —siento al ir
pasando las páginas de este poemario— se trate solo del tiro de gracia.
El sistema, sí, nos da la más escandalosa y brutal patada en los
genitales, pero quizás antes la simple existencia, según marchábamos
hacia delante, nos ha ido desgastando con innumerables collejas. Creo
advertir al fondo de estos versos de A. P. G. su lamento por lo
que —sistema o no mediante— se va perdiendo irremisiblemente. Me
estremece, hasta casi de verdad doler, un poema como: «Que hago si se me
muere la curiosidad […], qué hago si se me muere en plena niñez». Me
conmueve su resistencia interior a conservar la poesía, aunque alrededor
todo tenga visos de derrumbarse: «Yo no entiendo cómo el cielo /
abandonado por las nubes / puede aguantar su tensión azul»… y justo en
la página siguiente, en prosa, esta otra joya de observación sensible:
«He visto cómo dejaba caer el agua la fuente de un pueblo deshabitado.
El agua pura, que tantos cuidados había costado a los hombres…»
No la declaración de guerra, con ser hermosa, ni los preparativos de la
batalla, con sacudir nuestro interior, sino esta emoción lenta al fondo
del poemario, que parece cumplirse en este verso infinito: «si hay
salvación, estará en la ternura», es lo que hace de este nuevo libro de Ana Pérez Cañamares
otra ocasión de entrar en, y conmocionarse con, y hacerse adepto a su
poesía y a la de otros nuevos autores que ahora mismo en este lugar
están creando obras de futuro.
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