El blog de Ana Pérez Cañamares - poeta

viernes, abril 20, 2007

Otra pregunta

Para Jesús Alonso, rastreador de preguntas, dejo esta historia.
Hace unas noches, después de dejar a mi hija en la cama, me volví al salón para mi preceptivo cigarro nocturno. Al cabo de un rato, la voz soñolienta de mi hija me lanza esta pregunta:
- Mamá, la gente que está partida por la mitad, ¿cómo hace caca?
Confieso que de camino a su habitación me planteé dosopciones: o mi hija habla dormida, o los niños cada vez empiezan antes a fumar marihuana. Le hice repetir la pregunta y la repitió palabra por palabra. Después de un rato de preguntas, respuestas y contrapreguntas, deduzco que se está refiriendo a la gente que participa en ese truco de magia que consiste en meter a alguien en un cajón, introducir una cuchilla y, efectivamente, partir a esa persona por la mitad. Me cuesta llegar a esta conclusión, porque presupongo que mi hija, que tiene diez años, !no puede dar ese truco por real! Y porque, aún dándolo por real, la última pregunta que yo me haría es cómo hacen caca: antes estarían cómo respiran, cómo se ríen, cómo no se desangran, cómo no gritan...
Pero cuando le digo que se trata de un truco y entre las dos buscamos explicaciones plausibles, veo la enorme dificultad de justificar que el tronco y las piernas aparezcan separados. Casi me dan ganas de decirle: !pues no sé cómo hacen caca, les pondrán una sonda, pero el caso es que están partidos y bien partidos por la mitad!
De vuelta al sofá y al cigarro, me satisface pensar que mi hija, a pesar de tener una madre requeterealista, mantiene una parcela de fantasía a salvo. Pero hay algo más que me inquieta en esta historia, y sólo al día siguiente recuerdo que hace muchos años yo escribí un cuento en el que una abuela que estaba en su lecho de muerte rodeada de su familia, pedía la guía de teléfonos, buscaba el número de la asociación de magos, preguntaba al mago cómo se hace el truco de partir a la gente por la mitad, jurándole que el secreto se lo llevaría a la tumba; cuando la abuela cuelga el teléfono, satisfecha, la familia la rodea, pendientes de su último aliento, maldiciendo la honestidad que siempre la caracterizó en vida, porque saben que no va a contar el truco, lo único que les importa a todos en aquel momento.
A veces la vida se pone rara, pero rara de narices.

5 comentarios:

Jesús Alonso dijo...

Vaya pregunta la de tu hija. ¿Por qué no la apuntas a la próxima edición de tengo una pregunta para usted? Me ha recordado a otra pregunta que hace otra niña en el libro "Bocas del tiempo"de Eduardo Galeano: ¿Si Dios se hizo sólo como pudo hacerse la espalda? Buena idea para un corto la del cuento del último deseo de la abuela.

Anónimo dijo...

Me gusta mucho la actitud de la abuela. Hay algo de honestidad, pero también hay algo de mala leche. Es posible que todos la rodearan en su lecho de muerte más interesados por su herencia que por ella. En vista de la impotencia de la viejita ante la muerte se le ocurrió una muy buena manera de seguir jodiéndolos.

Anónimo dijo...

Cómo son de geniales los críos. Yo recuerdo las risas cuando mis hijas, que eran algo más jóvenes que la tuya ahora, creo, descubieron "cómo se hacían los niños". Y el comentario de una de ellas fue: Vale, mamá, qué asco, tú dos veces, ¡pero fíjate la madre de Paula, que son seis! ¡Ha hecho eso seis veces!!!!

Sin comentarios...

Enrique Ortiz dijo...

Qué maravilla de pregunta; pienso en que por mucho que hubiera pensado, jamás de los jamases hubiera podido yo formular esa pregunta tan real, inocente y mágica. En cuanto a tu relato, qué maravilla de argumento, me vuelve loco esa idea. Un abrazo fuerte.

Ana Pérez Cañamares dijo...

!Ja,ja! Jesús, nunca le haría eso de apuntarla a Tengo una pregunta para usted. Me encanta la pregunta de la espalda de Dios. La extraordiaria lógica de esas preguntas absurdas.
Child in time, me gusta tu visión de la historia. Yo nunca lo vi así, más bien como que la abuela está en una dimensión donde los demás ya no importan, sino sólo apurar el destino propio... Pero es lo bueno de cada lectura, porque también tiene sentido lo que dices.
Marsu, yo también me recuerdo con ese pensamiento. Lo que cambia es que tus hijas puedan reírse, y tú con ellas. Para mí era algo vergonzante en todos los aspectos!
¿Verdad, Enrique? No veas lo que me costó a mí llegar a entender la pregunta. SE me ocurrieron mil disparates.