Dice Antonio Orihuela en "Fragmentos de poética":
"Los códigos poéticos tienen relevancia como prácticas sociales, las configuran, las transmiten, las reproducen... y también, por todo ello, pueden transformarlas, pueden influir en la consciencia, ayudar a los individuos a pensar -y vivir- sus vidas de otra forma."
"Nuestro interés se centrará sobre aquellos discursos que se hagan eco de la falsa racionalidad del orden existente, sobre los que entrocan con posiciones ante lo real que nos parecen con más capacidad para intervenir en ella, contradiciendo el lenguaje de los hechos tal y como nos es dado, mostrando que la realidad es más (y distinta) de lo que se ha codificado como tal."
"Visualizaremos aquí, por tanto, una práctica de la poesía convertida en práctica de indagación, de revelación, de desvelamiento, reconociendo que toda esa práctica se hace desde un lugar, el del poeta, y por un ser concreto; sobre unas determinadas circunstancias, que no son poéticas, ni funcionan como tales hasta que no intervenimos con nuestro trabajo sobre ellas, y que lo hacemos desde una configuración de lo real que es a lo que, desde aquí, apelamos como ideológica."
"Hay que tirar con atención del hilo de la realidad. Esa es la mejor poesía que concebimos para el mundo. Una poesía de la mirada, de atención, de guardia. Ese estar en el mundo que sólo puede mostrarse a una conciencia que, desde la radicalidad de su exponerse, universaliza lo individual de su experiencia, permite que nos reconozcamos en lo que habla y no nos desposee; que, lejos de bloquearnos, nos permite autopercibirnos lejos de las categorías del pensamiento dominante, continuar pensando y hablando, nos moviliza intelectualmente tanto para la crítica, como para la adhesión y la acción. Nuestra responsabilidad es hacer existir lo que decimos, producir en voluntad y abundancia para la vida".
Del texto de Antonio Orihuela, todo él interesante y, como dirían los americanos, muy inspirador, lo que más me interesa -quizás porque la práctica de la poesía se queda para mí en un territorio muy íntimo- es esa actitud desde la que según Orihuela ha de nacer la poesía: como un acto de "indagación, de revelación, de desvelamiento", "tirando con atención del hilo de la realidad", "una poesía de la mirada, de atención, de guardia". Una poesía, que acatada en tales términos, habrá de ser comprometida a la fuerza, con el mundo, con la verdad. Intuyo -sólo estoy en disposición de intuir, eso sí, con una intuición fiera- que eso, y no otra cosa, puede ser la poesía. Y casi me asustaba darme cuenta del poder de ese compromiso: por lo que supone de exposición, de honestidad, de esfuerzo, de desgarro y de alegría.
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