Economía de guerra
Ana Pérez Cañamares
Ediciones Lupercalia, 2014
125 páginas
13,95 euros
No hace falta ser poeta para
apercibirse de la belleza. Sobre todo cuando hablamos de la belleza de las
pequeñas cosas, hasta de la belleza de lo que se pierde. Cualquier ser humano
es capaz de captar la ternura. Lo difícil es expresarlo. Y eso es lo que hace
Ana Pérez Cañamares. Ya tuve la ocasión de reseñar aquí uno de sus libros, hace
apenas un año: Las sumas y los restos.
En aquel hallábamos un humanismo militante. En este Economía de guerra encontramos una belleza combativa.
Una de las características
fundamentales , y yo diría básica ,que sostiene los textos de este libro son
los finales de los poemas. Poemas que se van desgranando y cuyo epílogo siempre
contiene un mazazo. Un verso que difícilmente se olvida. Algunos ejemplos:
(p.19) “aunque os declaráis
laicos
todavía habláis desde un púlpito”
(p.23) “somos peces fabricando
anzuelos”
(p.25) “Habéis ganado ganasteis
hoy me tragué vuestro futuro
como un jarabe malo”
(p.37)”Soy quien sueña llegar a
la vejez
para dejarse adoptar por gallinas
y vivir en la luz de las mañanas
que ahora abandono en la casa de
empeños”
Ana Pérez Cañamares parte de la
idea de que estamos en guerra. La nuestra es una guerra que continúa día a día
pero que ha de permitirnos seguir contemplando las pocas cosas que tenemos, que
tenemos porque quizás no son de nadie o son de todos.
(p.40) “Yo no entiendo cómo el
cielo
abandonado por las nubes
puede aguantar su tensión azul”
Y ante la dificultad de la lucha
lo único que nos sostiene son esos pequeños espacios de belleza o de victoria:
(p.86)”En mi patio está creciendo
una hiedra
que le arranqué a la Casa de
Campo.
Quizá sobre esa hiedra- o muy cerca-
Cayó el tío Manuel bajo las
balas.
Ahora, mi tío brota en abril
Cuando le llevo agua hasta los
labios”
Y para seguir luchando hay que
denunciar, hay que señalar …
(p.15) “Así sois, capitalistas.
En el último momento
cuando estamos a punto
de estamparnos contra el suelo
siempre nos echáis una mano.
No para ayudar ni para disimular
sino para acelerar el final de la
caída.
Y que pase el siguiente.
Hay momentos en los que la poeta
parece detenerse, parece congraciarse con el mundo pero al final siempre hay
una injusticia, un motivo de denuncia, una desazón:
(p.122) “Perderemos la guerra de
las mayúsculas
pero la vida está de nuestra
parte:
Lloramos y celebramos la brizna”
(p.113) “Somos pueblo.
Hasta aquí hemos llegado.
No aguantamos más”
La poesía de Ana Pérez Cañamares
- y estos dos últimos libros Las sumas y los restos y Economía de guerra - viene a acercarse a la llamada Poesía de la conciencia crítica cuya punta de lanza es Antonio
Orihuela.
LUIS VEA
1 comentario:
Quizá nunca nunca sepamos los motivos ocultos, la vergüenza para mas tarde de la razón de Estado.
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