Waiting for the Big Bang
La cajera del supermercado cambia
cuando entra por la puerta de su curro,
cuando se cambia en el vestuario,
y se viste sus pantalones anodinos,
y sus zapatos, negros,
y su camisa listada y amarilla
con el anagrama de su empresa,
y se recoge el pelo en una soberbia trenza
pues se ha pintado rojinegras las uñas de las manos,
o se vuelve a retocar la cara antes de abrir,
salir,
llegar a su pasillo
a su caja,
su lineal.
Es entonces cuando la cajera del supermercado ha transformado por completo su personalidad
cuando cobra los yogures, el salami, el café, la docena de huevos, el pescado congelado.
No es su peinado, su ropa, su sonrisa, su cara, su rimmel, su mirada,
ha cambiado de tetas, de pestañas, de lentillas, de voz
y hasta de peso
cuando te atiende en el continuo click,
en el continuo pin,
en el continuo "¿quiere bolsa, caballero?".
La cajera del supermercado ha cambiado de paso,
de manos,
de palabras,
de moderna
y de cara
cuando te indica el pasillo exacto donde encontrar las legumbres,
el atún aquel de oferta,
el agua embotellada.
Y te has dado cuenta esta mañana cuando ibas al trabajo
ingenuo,
de ti,
inocente,
de ti,
ausente,
de ti,
hasta diría que medianamente dormido.
Y lo has percibido
entonces, solo, al verla,
cómo arañaba
la calle
caminando,
como rajaba en colores
las viejas baldosas,
cómo su mirada hendía
lo que dejas a tu espalda
cada mañana muy temprano
ignorante...
pues nunca has prestado la debida atención a aquello que dejas todos los días
como una oración equivocada
a tu espalda,
como si ella sólo estuviera viva en aquel mar de recién duchados animales,
de prisa rápida, de cabezas dormidas, de rostros cabizbajos
y continuos.
Ella marchaba con los ojos encendidos por la mañana
y no, te puedo asegurar que no era ella
pero lo era, era más,
mucho más que ella.
Y una voz en lo más interior de tu cabeza te ha sorprendido y te decía:
"¿Sabes que es la única que espera la señal?"
"¿Sabes que es la única que espera con verdadera fe?"
"¿Sabes que acabará con todo click, con todo pin, con todo pack, con todo ¡riiiiik!?"
Ella aguarda detrás de todo expositor,
de toda caja,
de todo pasillo inmaculado,
de todo palé,
de miles y miles de galletitas saladas,
latas y latas,
vidrios al vacío,
bolsas y envasados,
de "está de oferta, prúebelo, su barra, el cambio o ¡gracias, que pase una buena tarde!"
Sólo ella aguarda... el gran BANG.
cuando entra por la puerta de su curro,
cuando se cambia en el vestuario,
y se viste sus pantalones anodinos,
y sus zapatos, negros,
y su camisa listada y amarilla
con el anagrama de su empresa,
y se recoge el pelo en una soberbia trenza
pues se ha pintado rojinegras las uñas de las manos,
o se vuelve a retocar la cara antes de abrir,
salir,
llegar a su pasillo
a su caja,
su lineal.
Es entonces cuando la cajera del supermercado ha transformado por completo su personalidad
cuando cobra los yogures, el salami, el café, la docena de huevos, el pescado congelado.
No es su peinado, su ropa, su sonrisa, su cara, su rimmel, su mirada,
ha cambiado de tetas, de pestañas, de lentillas, de voz
y hasta de peso
cuando te atiende en el continuo click,
en el continuo pin,
en el continuo "¿quiere bolsa, caballero?".
La cajera del supermercado ha cambiado de paso,
de manos,
de palabras,
de moderna
y de cara
cuando te indica el pasillo exacto donde encontrar las legumbres,
el atún aquel de oferta,
el agua embotellada.
Y te has dado cuenta esta mañana cuando ibas al trabajo
ingenuo,
de ti,
inocente,
de ti,
ausente,
de ti,
hasta diría que medianamente dormido.
Y lo has percibido
entonces, solo, al verla,
cómo arañaba
la calle
caminando,
como rajaba en colores
las viejas baldosas,
cómo su mirada hendía
lo que dejas a tu espalda
cada mañana muy temprano
ignorante...
pues nunca has prestado la debida atención a aquello que dejas todos los días
como una oración equivocada
a tu espalda,
como si ella sólo estuviera viva en aquel mar de recién duchados animales,
de prisa rápida, de cabezas dormidas, de rostros cabizbajos
y continuos.
Ella marchaba con los ojos encendidos por la mañana
y no, te puedo asegurar que no era ella
pero lo era, era más,
mucho más que ella.
Y una voz en lo más interior de tu cabeza te ha sorprendido y te decía:
"¿Sabes que es la única que espera la señal?"
"¿Sabes que es la única que espera con verdadera fe?"
"¿Sabes que acabará con todo click, con todo pin, con todo pack, con todo ¡riiiiik!?"
Ella aguarda detrás de todo expositor,
de toda caja,
de todo pasillo inmaculado,
de todo palé,
de miles y miles de galletitas saladas,
latas y latas,
vidrios al vacío,
bolsas y envasados,
de "está de oferta, prúebelo, su barra, el cambio o ¡gracias, que pase una buena tarde!"
Sólo ella aguarda... el gran BANG.
ALF ÖLSON
2 comentarios:
Grande Alf, Ana. Gracias por traerlo.
Buenos días, Ana.
Gracias por haberme traído hasta aquí.
Un saludo,
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