38.
Papá no sabe nada.
Papá no sabe de lo estremecedor de las nubes.
Papá no sabe nada del hijo que tuvimos
y que se convirtió en rana.
¿Lo recuerdas?
Era divertido verlo saltar de luna en luna
en el agua estancada de tu pecho
siguiendo desesperado el olor del sexo entre los juncos.
Sí, también era cruel para una madre
no poder abrazar su cuerpo verde y escurridizo.
Papá nunca lo supo.
Papá siempre durmió bajo dos toneladas de tierra.
De vez en cuando sacaba un brazo
y atrapaba en el aire un trozo de carne
aún viva y aleteante de plumas.
Papá era sordo,
aunque su abrazo nunca dejó de ser cálido.
Su error fue pensar que yo era de viento,
que mi cuerpo nunca podría hundirse en el barro
mientras peces de colores mordisqueaban mis senos.
Y sin embargo, yo también tenía un peso, ¿sabes?
También dejaban huellas mis pies en los arroyos secos.
También yo descubría cadáveres de insectos a mis espaldas.
Pero papá siempre pensó que yo era de viento.
Y se quedaba extasiado escuchando
lo que sólo era rastro de un rastro.
ANA PÉREZ CAÑAMARES - A LOS 20 AÑOS
1 comentario:
je, todos hemos hecho algo así con 20 años (o antes).
buen blog.
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