36.
Dónde para la mirada
cuando las calles han perdido su último sentido.
En mis manos; casualmente
en las blancas alas de mis manos.
Encogida como la luna
reflejada en el frío de mi cama;
anhelantes de la voz
que no se hace hueco en el aire.
Mis manos cubiertas de paciencia de arena
que espera agua, o cuerpos,
o madera silenciosa.
No desesperan; no desperan por anda.
Me miran con una sabiduría antigua;
sin duda son manos de vieja.
Ahora sonríen condescendientes.
Luego aletean y se esconden.
Aún les sobra miedo.
ANA PÉREZ CAÑAMARES (A LOS 20 AÑOS)
1 comentario:
A los 20 años el futuro está tan lejos... Y de pronto, paf!, ya está.
Abrz.
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