Tengo, por qué no decirlo aunque suene a confesión, una cierta predilección por los poemas de Ana Pérez Cañamares. No ya por conocer la calidad personal de la autora, sino porque desde que leí por primera vez sus poemas no he dejado de seguirla. En cada uno de sus poemarios, Ana, ha sabido, sin pretenderlo, arrancarme una sonrisa en algunos poemas y unas lágrimas en otros.
Eso, sucede sin dudas cuando un poemario te llega, cuando no necesitas del mapa con el “Usted está aquí” porque cada poema pasa por el centro del corazón de quienes los leen.
En “Alfabeto de cicatrices” (Con pulso de artificiero/ escojo las palabras./ Manejo con tacto/ la nitroglicerina de cada sílaba// Por culpa de palabras mal usadas/ a mi corazón lo cruza/ un alfabeto de cicatrices) la autora, como los tres capítulos en los que divide el poemario, hace realidad eso de que “Tropezón que das… “, “… y no te caes…”, “… camino que adelantas”.
Ella adelanta en su poética, adelanta en sus sentimientos, en su madurez como poeta rastreando cada una de las cicatrices de su vida. Poemas de su día a día, a su hija, a su padre, a su caminar cansado hacia la rutina diaria. Poemas que se despiertan en una tarde de siesta. Poemas que podían pasarnos a cualquiera de nosotros, podían contar algún episodio de nuestras vidas.
Así, Ana se sumerge entre versos en la búsqueda de algo que la haga dejar de masticar rabia por el día a día y quizás, a ratos, la poesía la distrae de todo lo que no es perfecto en la vida de nadie y al escribirlos, pero sobre todo, al publicarlos, Ana nos ofrece la oportunidad de que también nosotros podamos luchar por dejar de masticar la rabia, aunque sea, a ratos.
La autora vuelve a temas que ya había tocado en su anterior poemario pero esta vez desde un punto de vista más profundo, más interior si cabe. Es normal esta vuelta si tenemos en cuenta que Ana se dibuja a sí misma a través de sus versos. Metáforas que nos ayudan a entender sentimientos se contraponen a una realidad llena de metros, árboles y aviones que ella se conoce de memoria.
Un magnífico poemario que releo ahora por tercera vez y que tengo que recomendar como lectura aunque lamentablemente, conseguirlo es dificil en la mayoría de las ciudades y hay que acabar pidiéndo a la librería que nos los traiga. Un poemario que sin dudas os dejará también a vosotros algunas cicatrices.
MARÍA VILLA, en su blog Estrella Nazarita.
Mil gracias.
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