Escritoras cono Juana Castro y Noni Benegas constatan que las nuevas escritoras, citan a poetas masculinos o cantantes de rock antes que a sus predecesoras. Juana aventura que es a causa del desprestigio de las mujeres escritoras y a su discriminación en el canon. Yo creo que también cuentan las circunstancias sociales y políticas, los cambios vertiginosos que han tenido lugar desde los años 60 del siglo XX hasta aquí. Por ejemplo: Carmen Conde y Dionisia García, ambas de Murcia y a las cuales apenas las separa una generación: no tiene nada que ver el estilo suave, objetivo, casi asexual, unisex, diríamos, de Dionisia, con el apasionado, maternal, militante lirismo de la Conde.
Y sin embargo, nos leemos.
Aparentemente, como decía Concha García en su reseña sobre “La manera de recogerse el pelo”, no queda ningún rastro de “Ellas tienen la palabra” en las recientes poetas, pero creo que es solo aparentemente. Insisto en que las escritoras nos leemos. Tengo constancia de ello por internet, porque hay una contestación, una respuesta por parte de las compañeras. Y en esos textos hay rastros de nuestras predecesoras. Quizás no se citen, pero cómo ignorar a Isla Correyero cuando Inma Luna habla de abrir las piernas o cómo no recordar a la Rossetti cuando se leen los Salmos de Mercedes Díaz Villarías, etc.
Hay dos curiosas direcciones contrarias en las poetas que “traficamos” por internet que son las responsables de la tensión que desprenden (desprendemos): la primera coordenada es que como escritores vivimos inmersos en las nuevas tecnologías, que son las que nos brindan la difusión de nuestra obra y la creación de híbridos entre la poesía y la imagen, la narratividad, el vídeo, la crítica, la política etc., que antes eran muy difíciles de hacer y más aún de difundir; con ellas podemos apropiarnos de los mecanismos de comunicación, difusión o reiteración para mostrar su contingencia, su insignificancia o su influencia. El inconveniente es que estos nuevos mecanismos parecen sufrir una especie de levedad ontológica, un aura de desintegración o irrealidad que contrasta con la segunda dirección que jala de nuestras poéticas y que no es otra que una realidad aumentada, una presencia hiperreal que se traduce en la “bukowskyzación” del autor, en el abandono de los lenguajes elaborados en pro de un “conversacionalismo”, de una narratividad cotidiana cuyo fin es potenciar al máximo la percepción de la realidad física, material. Por ejemplo, uno de los poemas recogidos en la antología “La manera...” y que más circula por internet es el de Pérez Cañamares hablando de su hipoteca y de alquilar su hijo al banco.
CRISTINA MORANO
Texto escuchado en directo, y copiado ahora del blog La Morano.
Y sin embargo, nos leemos.
Aparentemente, como decía Concha García en su reseña sobre “La manera de recogerse el pelo”, no queda ningún rastro de “Ellas tienen la palabra” en las recientes poetas, pero creo que es solo aparentemente. Insisto en que las escritoras nos leemos. Tengo constancia de ello por internet, porque hay una contestación, una respuesta por parte de las compañeras. Y en esos textos hay rastros de nuestras predecesoras. Quizás no se citen, pero cómo ignorar a Isla Correyero cuando Inma Luna habla de abrir las piernas o cómo no recordar a la Rossetti cuando se leen los Salmos de Mercedes Díaz Villarías, etc.
Hay dos curiosas direcciones contrarias en las poetas que “traficamos” por internet que son las responsables de la tensión que desprenden (desprendemos): la primera coordenada es que como escritores vivimos inmersos en las nuevas tecnologías, que son las que nos brindan la difusión de nuestra obra y la creación de híbridos entre la poesía y la imagen, la narratividad, el vídeo, la crítica, la política etc., que antes eran muy difíciles de hacer y más aún de difundir; con ellas podemos apropiarnos de los mecanismos de comunicación, difusión o reiteración para mostrar su contingencia, su insignificancia o su influencia. El inconveniente es que estos nuevos mecanismos parecen sufrir una especie de levedad ontológica, un aura de desintegración o irrealidad que contrasta con la segunda dirección que jala de nuestras poéticas y que no es otra que una realidad aumentada, una presencia hiperreal que se traduce en la “bukowskyzación” del autor, en el abandono de los lenguajes elaborados en pro de un “conversacionalismo”, de una narratividad cotidiana cuyo fin es potenciar al máximo la percepción de la realidad física, material. Por ejemplo, uno de los poemas recogidos en la antología “La manera...” y que más circula por internet es el de Pérez Cañamares hablando de su hipoteca y de alquilar su hijo al banco.
CRISTINA MORANO
Texto escuchado en directo, y copiado ahora del blog La Morano.
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