13.
De las mazmorras de los cuerpos llegan voces.
Es tu hermano quien te empuja a recorrer
las veredas locas; es su voz
y la de los árboles recitando letanías.
Si su dedo te señala, eres libre,
y ya puedes golpearte con las cadenas
que antes te aprisionaban.
Ya puedes mirar cómo el bosque despierta de la dulzura,
y cómo arde, se devora y gime,
cómo olvida todo menos el cuerpo necesario
y luego, maternal, contempla la indefensión
de los cuerpos arrasados.
ANA PÉREZ CAÑAMARES - A LOS 20 AÑOS
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