Acerca de un rincón seguro
Después de mucho tiempo de rehuir la poesía
volví a acudir a una velada literaria
por solidaridad con los poetas bosnios,
que habían salido con grandes esfuerzos
de las ciudades hambrientas, asediadas,
de los sótanos de las casas derruidas, de las trincheras,
de las noches de Sarajevo, luminosas de explosiones e incendios.
Me senté en la última fila
porque tengo una larga experiencia de veladas literarias,
después escuché lo de las muchachas violadas, los campos gulags,
los montones de calaveras y huesos
que se acumulaban como residuos industriales
en los basurales por todas partes;
pronto me escabullí sigilosamente de la sala.
Fuera caía una nieve seca, eran quince bajo cero,
el aire helado irrumpió hasta el fondo de los orificios de mi nariz
como un aguardiente abrasador,
dejé pues de respirar, e impulsado por la impotencia,
me puse a pensar en el esquí por los glaciares
y en el silencioso deslizamiento entre
los abetos y montones de nieve en el monte Grintovec;
tras esos momentos de placer celestial
entré en una taberna a tomarme un té y un aguardiente de miel.
Mientras bebía, le comenté a la camarera
la monstruosa arrogancia
que tan desvergonzadamente dominaba nuestras vidas
y por cuya culpa no hay garantía en el mundo
para la buena poesía;
por tremendo que sea el sufrimiento de una víctima agonizante
no asegura
ni un solo inspirado verso,
y el vuelo desorientado de una mariposa sobre el rostro
de un poeta borracho
puede ser más conmovedor para la poesía
que los ojos infantiles arrancados en presencia de las enloquecidas madres.
Tuve la impresión de que la camarera llegaría a comprenderme perfectamente
si justo antes del punto final
no me hubiera vencido el sueño;
la camarera, una vieja y buena conocida, me buscó
un rincón seguro
y me adormecí dulcemente sabiendo
que me iban a despertar
cuando a las dos de la madrugada cerrasen la taberna.
ALOJZ IHAN
Traducción: Francisco Uriz
(Poema enviado por Patricio Rascón. Gracias.)
Después de mucho tiempo de rehuir la poesía
volví a acudir a una velada literaria
por solidaridad con los poetas bosnios,
que habían salido con grandes esfuerzos
de las ciudades hambrientas, asediadas,
de los sótanos de las casas derruidas, de las trincheras,
de las noches de Sarajevo, luminosas de explosiones e incendios.
Me senté en la última fila
porque tengo una larga experiencia de veladas literarias,
después escuché lo de las muchachas violadas, los campos gulags,
los montones de calaveras y huesos
que se acumulaban como residuos industriales
en los basurales por todas partes;
pronto me escabullí sigilosamente de la sala.
Fuera caía una nieve seca, eran quince bajo cero,
el aire helado irrumpió hasta el fondo de los orificios de mi nariz
como un aguardiente abrasador,
dejé pues de respirar, e impulsado por la impotencia,
me puse a pensar en el esquí por los glaciares
y en el silencioso deslizamiento entre
los abetos y montones de nieve en el monte Grintovec;
tras esos momentos de placer celestial
entré en una taberna a tomarme un té y un aguardiente de miel.
Mientras bebía, le comenté a la camarera
la monstruosa arrogancia
que tan desvergonzadamente dominaba nuestras vidas
y por cuya culpa no hay garantía en el mundo
para la buena poesía;
por tremendo que sea el sufrimiento de una víctima agonizante
no asegura
ni un solo inspirado verso,
y el vuelo desorientado de una mariposa sobre el rostro
de un poeta borracho
puede ser más conmovedor para la poesía
que los ojos infantiles arrancados en presencia de las enloquecidas madres.
Tuve la impresión de que la camarera llegaría a comprenderme perfectamente
si justo antes del punto final
no me hubiera vencido el sueño;
la camarera, una vieja y buena conocida, me buscó
un rincón seguro
y me adormecí dulcemente sabiendo
que me iban a despertar
cuando a las dos de la madrugada cerrasen la taberna.
ALOJZ IHAN
Traducción: Francisco Uriz
(Poema enviado por Patricio Rascón. Gracias.)
1 comentario:
dificil aportar algo cuando el poema es valiente, solo gracias a Alojz, si se le puede hacer llegar.
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