El blog de Ana Pérez Cañamares - poeta

miércoles, septiembre 03, 2008

Olivia

Los poemas que estáis leyendo estos días son los que dejé programados antes de irme de vacaciones, por si estos primeros días estaba demasiado atareada para poner poemas aquí. Pensaba, entre medias, colgar alguna cosa de actualidad y contestar a los correos que me han llegado durante las vacaciones. Pero apenas estoy haciendo nada de eso. Lo que haré será buscar una foto de mi gata y algún poema dedicado a ella, porque mi gata Olivia, después de veinte años conmigo, la mitad de mi vida, murió ayer. Mi gata, desde que llegó a mi casa cuando tenía dos meses, ha conocido y compartido todas mis casas, mis mudanzas, mis novios, mis amigos, mis camas. Para mí ha sido, y no tengo miedo de ser cursi, como vivir con un ángel. Así que de momento no puedo hacer otra cosa que hacerme a la idea de que ya no volverá a dormir a mi lado, a calentarme los riñones, a darme consuelo después de un mal día. Os pido paciencia si no cuelgo noticias de lecturas u otras historias que alguno me hagar llegar, y si voy contestando a los correos de lectores del blog y de colegas poetas poco a poco. La vuelta, esta vez, está siendo especialmente triste.

4 comentarios:

Pepe Ramos dijo...

Lo siento mucho, Ana. El verano pasado yo perdí a Pilón (un perro muy querido por mí) y sé cómo se siente uno. Un abrazo y ánimo.

Adolfo González dijo...

Mucho ánimo, guapa. Un abrazo.

Julio Obeso González dijo...

la pena ama
el ronroneo:
¿quién cuidará
ahora de mis dedos
acostumbrados?

fue capaz
de mirar espíritus
con vídrios centesimales
asustarnos con su histeria
de insectos

ya/ francas las
puertas
que sólo se abren
con el lomo/

un hondo araño
este domingo

no serán las mismas
lentejas
sin su secreto
ni gozne la
ventana prohibida

digo yo que los ángeles
tendrán un cojín exacto
el mismo ratón de cordeles
y sabrán provocarla
arrastrando planetas
cambiando la voz
juntando sus cuerpos
para que parezca
que todo el amor de la casa
no es sólo para ella

Quienes disfrutamos de su compañía (qué limitada expresión), nos levantamos por las noches siguiendo de oído sus bolas de pelo y,ya desvelados, aprovechamos para el ritual diario del papel y la tinta; sabemos que los gatos son musas táctiles, increibles evocaciones del amor dedicado, incapaces de fingir (sólo se arriman si su alma lo pide).
Discúlpame por asaltar tu espacio con estas imágenes, pero deseaba que supieras que Olivia y Manchi, estarán trasteando por todos los armarios y sacando de quicio ancestrales paciencias. Nunca perdoné más veces con tantas ganas que cuando ella estaba.
Un abrazo fuerte, querida Ana, muy fuerte.
Julio

Miriam G. dijo...

No puedo decirte nada que te consuele Ana, los duelos requieren tiempo. Pero lo que si puedo hacer es achucharte muy fuerte.

Un beso, Miriam G.