No hago más que descubrirme ante los Otros
para hacerme visitante de mí mismo.
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Quisiera que mi alma
tuviera obligación de defenderse,
supiera distinguirse entre las otras
y hablara, por sí misma, sin tapujos
del daño que sufrió mientras vivía.
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Me han robado la voz.
Me han dejado la locura.
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A veces me consuelan las historias,
las idas y venidas
de ayer hasta mañana-
A veces me confundo y
el consuelo
es sólo el gran embuste
del irse haciendo adulto.
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La falsificación de ti misma
te ha ocupado. No lo sabes y,
sin embargo,
le has dado el otro ser,
tu voz, tu nombre.
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La angustia humana
es la cara más afable
del silencio mantenido.
MARÍA ALCANTARILLA. Qui scribit. Diputación provincial de Huelva. Servicio de Publicaciones. Colección Donaire. 2007.
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