CUATRO POEMAS
I.
Tu puesto, tras la helada:
enterrar la tormenta.
Levantar a ciegas un campamento.
II.
Hay un lugar en mí para el invierno,
para el aliento de la estepa
pero es cálido
como una luz arrojada a los lobos
que de repente hiciera
transitable la nieve.
III.
Fue sólo un lugar donde vivir.
Una casa en ninguna parte,
en el corazón de tu certeza.
Sólo estábamos de paso.
Nunca como entonces estuvimos a salvo
De todos los significados de este mundo.
IV.
Ninguna orilla.
Sólo un trecho simple
que te conduzca afuera todavía.
Sólo la curva de un pájaro
sobre los campos de un sí:
de nuevo
la única línea divisoria.
MARTA MERINO
(Revista Biblia, número 28, octubre de 2007).
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