Amaru de cinco años
alborota la casa.
Cuelga la tarde
baja sus ramas.
Corre sin parar.
Hoy llueve por primera vez en su vida
y se queda ido por la ventana
mirando el agua cayendo en el patio
yo le traigo su silla
para que se acomode y se detenga un minuto.
La lluvia ordena su edad.
Comparte su caída.
Un niño y la lluvia se conocen por primera vez.
Amaru creció un poco por las cejas
nació algo levantado en su boca.
Entre las tres y cinco de la tarde
la lluvia lo volvió un desconocido ante la humedad.
Le cambió el pelo por la frente
dejó sus pies inmóviles.
Después de llover Amaru
me abraza
como buscando algo menos infinito.
(Gracias al poeta nicaragüense Serdán Zelaya, por este poema que nos regala).
2 comentarios:
Qué bonito Ana. Gracias por compartirlo.
Desde luego, gracias a Serdán por este poema.
Pero a tí también, Ana, por servir de altavoz de la belleza.
Un abrazo.
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