Miserias de la palabra
Cuando
irremediablemente debo detenerme
en tu umbral,
allí donde comienzas, donde acabas,
donde quiere
sembrar mi fuego un incendio indomable,
la palabra es apenas una muleta rota,
una pobre agonía aleteando.
Y si en la plana miseria de los días
entra a saco la muerte,
abrupta siempre, como un toque a la puerta
en una madrugada,
y sin embargo
el sol cumple su cita sin hacer aspavientos
y el estornino canta sobre el árbol,
como un puño que pega a una pared
inútil nace la palabra, y sorda.
Y si de pronto
Y si de pronto
un viejo olor inaugura la tarde
y ese niño que eras te saluda
azul desde su eterno paraíso,
y no logras saber cómo era el rostro
de tu padre, en su siesta o en su hora,
la palabra
cómo tartamudea, cómo tiembla
como una brújula que ha perdido el norte.
Si la luna es tan luna
Si la luna es tan luna
que sube la marea del corazón,
naufraga la palabra.
Si la mirada
Si la mirada
roza la piel y hace nacer el deseo,
se quema la palabra.
Si Dios tira sus ases,
Si Dios tira sus ases,
trampea alegremente en tus narices,
escapa la palabra.
Y sin embargo,
Y sin embargo,
para llamar la luna,
para hablar del deseo,
para llorar a Dios,
como una vieja meretriz desnuda
impúdica se ofrece la palabra.
3 comentarios:
Gracias Ana, si la puedo llamar así, con familiaridad, por publicar este poema, si Piedad Bonnett, es la misma, la poetisa colombiana.
La palabra se conjuga y permite abrazar todo el universo, bajo cualquier circunstancia la palabra siempre llena el vacio. Piedad es una de las mejores en esta parte del dominio de la palabra.
Su siempre admirador, Ana.
Oliver.
De hecho estuve buscando sus poemas gracias a ti, Oliver, porque la mencionaste en un comentario hace poco... O sea que la agradecida soy yo...
Ana, me encanta tu blog es fresco y buscas muchas referencias
Felicitaciones
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