El blog de Ana Pérez Cañamares - poeta

miércoles, octubre 03, 2007

La monserga del mal día, un poema de David Méndez


La monserga del mal día.


David Méndez



Fingiendo no angustiarme

apretando los dientes

y acelerando el paso

escuchando la cháchara insoportable

pagando mis facturas

mis impuestos

las medicinas de mis errores

la contaminación de mis pulmonesl

a fecha de mi nacimiento

aceptando la conspiración

resignándome

aislándome

fragmentándome

apartando la manifiesta mirada del prójimo

recorriendo pesadillescos pasillos laborales

transigiendo las elecciones de las hienas

en la casa de fieras

comulgando con molinos completos

con su rueda su molinero y su molienda

atragantándome con el pan suyo de cada días

imulando ser otro

cuando de hecho soy otro

caducando en mi identidad

humillando la cabeza

temiendo perder el sueldo

y el mando a distancia

temiendo perder una paciencia tan elaborada

pero quitándome la dignidad y la vista

para sumarme al coro celestial

de arcángeles

proletarios

españoles

engañados

desorientadosy explotados

que loan la España que les parió

con tonadillas de los anuncioss

ecuestrados en su realidad plastidecor

comprando comprando comprando

mutándome en una mercancía

que arrastra los grilletes

chupando suela de caucho

extraído con los dientes

por no sé qué niño

de qué país

sometido

cómo no

a las leyes del mercado

para que el ciclo no cese

para que la riqueza fluya

para que los grasientos se unten

con la grasa de los magros

para progresar

para ir a más

para que el movimiento no pares

iempre adelante

comiendo del mercado

bebiendo del mercado

respirando el mercado

siendo la constante amañada

de las ecuaciones del mercadoc

agando el mercado

en grandes trozos de sangre

deslumbrándome con el fogonazo malva

de tanta libertad

que elige latas de tomate

selecciona equipos de fútbol

y escoge marca de coche

aceptando tener que elegir

no poder dejar de elegir

la marca el color el olor

el peso exacto la consistencia

la potencia de la descarga en voltios

perdiéndome en tanto zaguán de la elección insignificante

sin poder cruzar ninguna puerta de verdades elementales


cacareando que la vida es así


(pero

ansiando abrir los ojos

urgiéndome posar la vista sobre algo

cualquier cosa

libre

aunque sólo fuera

un poco libre)


mientras tanto


sonriendo

entregándome con las manos en alto

a la contingencia diaria

de comer tender la ropa

y esquivar el tráfico

peinándome cada mañana

la raya en medio

madrugando cada mañana

subiendo a autobuses infernales cada mañana

masticando impotencia cada mañana

para poder al final comprar

lo que otro trabajador fabricó

para poder comprarlo que otro trabajador fabricó para

poder comprar lo que

otro trabajador fabricó para poder

comprar lo que otro trabajador fabricó

para que el dueño de la fábrica

pueda vendernos con nuestro esfuerzo

el tiempo que nos roba

la identidad que nos roba

la vida que nos roba

la fraternidad que nos roba

y el seguro de amargura y otros contingentes que nos da

saltando todos las mañanas

a un vacío tan vacío

que parece minuciosamente repleto

vendiéndome por tan poco

perpetuando el error

la cuadratura del círculola candidatura de la hiena

el lobo entre los corderos

que balan infinitamente los mismos gestos

cerrándome puertas

cerrándome ventanas

ocultándome las pruebas

obviando la obviedad por obvia

obviando toda vida posible


y sin embargo


buscando con desesperación la salida

soñando con el descanso que no llega

suplicando que pare que todo pare

trazando planes con humo

mascullando

sollozando

reclamando

consolándome

diciéndome al fin

que un mal día al año

lo tiene cualquiera

pero que trescientos sesenta y cinco

qué coño

trescientos sesenta y cinco los tenemos todos.

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