La monserga del mal día.
David Méndez
Fingiendo no angustiarme
apretando los dientes
y acelerando el paso
escuchando la cháchara insoportable
pagando mis facturas
mis impuestos
las medicinas de mis errores
la contaminación de mis pulmonesl
a fecha de mi nacimiento
aceptando la conspiración
resignándome
aislándome
fragmentándome
apartando la manifiesta mirada del prójimo
recorriendo pesadillescos pasillos laborales
transigiendo las elecciones de las hienas
en la casa de fieras
comulgando con molinos completos
con su rueda su molinero y su molienda
atragantándome con el pan suyo de cada días
imulando ser otro
cuando de hecho soy otro
caducando en mi identidad
humillando la cabeza
temiendo perder el sueldo
y el mando a distancia
temiendo perder una paciencia tan elaborada
pero quitándome la dignidad y la vista
para sumarme al coro celestial
de arcángeles
proletarios
españoles
engañados
desorientadosy explotados
que loan la España que les parió
con tonadillas de los anuncioss
ecuestrados en su realidad plastidecor
comprando comprando comprando
mutándome en una mercancía
que arrastra los grilletes
chupando suela de caucho
extraído con los dientes
por no sé qué niño
de qué país
sometido
cómo no
a las leyes del mercado
para que el ciclo no cese
para que la riqueza fluya
para que los grasientos se unten
con la grasa de los magros
para progresar
para ir a más
para que el movimiento no pares
iempre adelante
comiendo del mercado
bebiendo del mercado
respirando el mercado
siendo la constante amañada
de las ecuaciones del mercadoc
agando el mercado
en grandes trozos de sangre
deslumbrándome con el fogonazo malva
de tanta libertad
que elige latas de tomate
selecciona equipos de fútbol
y escoge marca de coche
aceptando tener que elegir
no poder dejar de elegir
la marca el color el olor
el peso exacto la consistencia
la potencia de la descarga en voltios
perdiéndome en tanto zaguán de la elección insignificante
sin poder cruzar ninguna puerta de verdades elementales
cacareando que la vida es así
(pero
ansiando abrir los ojos
urgiéndome posar la vista sobre algo
cualquier cosa
libre
aunque sólo fuera
un poco libre)
mientras tanto
sonriendo
entregándome con las manos en alto
a la contingencia diaria
de comer tender la ropa
y esquivar el tráfico
peinándome cada mañana
la raya en medio
madrugando cada mañana
subiendo a autobuses infernales cada mañana
masticando impotencia cada mañana
para poder al final comprar
lo que otro trabajador fabricó
para poder comprarlo que otro trabajador fabricó para
poder comprar lo que
otro trabajador fabricó para poder
comprar lo que otro trabajador fabricó
para que el dueño de la fábrica
pueda vendernos con nuestro esfuerzo
el tiempo que nos roba
la identidad que nos roba
la vida que nos roba
la fraternidad que nos roba
y el seguro de amargura y otros contingentes que nos da
saltando todos las mañanas
a un vacío tan vacío
que parece minuciosamente repleto
vendiéndome por tan poco
perpetuando el error
la cuadratura del círculola candidatura de la hiena
el lobo entre los corderos
que balan infinitamente los mismos gestos
cerrándome puertas
cerrándome ventanas
ocultándome las pruebas
obviando la obviedad por obvia
obviando toda vida posible
y sin embargo
buscando con desesperación la salida
soñando con el descanso que no llega
suplicando que pare que todo pare
trazando planes con humo
mascullando
sollozando
reclamando
consolándome
diciéndome al fin
que un mal día al año
lo tiene cualquiera
pero que trescientos sesenta y cinco
qué coño
trescientos sesenta y cinco los tenemos todos.
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