El blog de Ana Pérez Cañamares - poeta

martes, octubre 23, 2007

Crónica de Sevilla


Tengo la idea loca, o la superstición, o la experiencia, de que cada vez que tengo un motivo para ponerme nerviosa, pronto tendré no sólo uno, sino dos o tres. Por la mañana, antes de salir para Sevilla desde el trabajo, me llamaron de Baile del Sol para que la distribuidora me hiciera llegar una caja con algunos de mis libros y del resto de los autores con los que iba a leer. Estuve esperando hasta última hora pero la caja no llegaba; finalmente salí pitando hacia la estación, y la caja llegó diez minutos más tarde. En fin, que me fui sin libros y con más estrés del habitual.

Mi hermana me esperaba en la estación. Me tranquilizo, me fumo un cigarro, subimos al tren y ocupamos nuestros asientos. El tren arranca, y mi hermana se acerca hasta el mío para decirme que nuestro tío Emiliano -persona sabia, honesta, impecable como pocas- acaba de morir. El resto del viaje transcurre entre tristeza, nervios y llamadas de móvil para hablar con mis hermanos y mis primos.

Sevilla. Sensación de irrealidad. Decidimos no ir al hotel, sino marchar directamente a la Casa del Libro. Yo cargo con una mochila que no puedo comprender por qué pesa tanto: mi libro en fotocopias, lecturas como si el viaje fuera a ser en transiberiano, la chaqueta de cuero.... Porque en Sevilla hace calor. Y yo voy con un vestido de invierno y unas medias tupidas; me siento disfrazada para Halloween. Mi hermana y yo comprobamos horrorizadas que el desodorante nos abandonó hace mucho, quizás cuando cruzábamos algún olivar de Jaén. Ella entra a comprarse una camisa en Zara. Yo me quedo fuera, envidiando los brazos y las piernas al aire de las sevillanas.

Después de las presentaciones y los saludos, llega la lectura. Para entonces estoy tan nerviosa y acalorada que las manos no dejan de sudarme y antes de empezar a leer ya he acabado con mi botella de agua. Descubro alguna cara conocida y otra que me suena entre los asistentes. Veo llegar a David Eloy Rodríguez y a José María Gómez Valero, y crecen mis nervios, porque son poetas a los que admiro enormemente y a los que escuché con pasión el día de la lectura de Once poetas críticos.

Escucho a mis compañeros. Los tres leen estupendamente. Mientras les oigo, recuerdo a la gente que me ha apoyado y que de alguna manera siento presente. Llega mi turno y observo cómo mis nervios se travisten de energía. Tengo ganas de darle un manotazo al micrófono, levantarme y gritar los poemas. Le dedico la lectura a mi hermana. Es la primera vez que me escucha -sólo es la tercera vez que leo en público- y me da seguridad verla entre la gente. Por dentro, demasiado pudorosa para decirlo en voz alta, se la dedico también a mi tío. Recuerdo que mi madre lo adoraba. Disfruto leyendo; cuando leo me da la impresión de que escribo los poemas para esto. Me sorprende la rabia con que pronuncio cada palabra.

Una copa de champán. Me siento tentada de echármela por encima para tener un olor más glamouroso. Saludo a Javier Das, que se ha venido desde Málaga a escucharme, a Carmen-Ababol, a quien no conocía personalmente pero que me resultó familiar desde el principio. Charlo con Eladio, con Ángela, con Manuel, mis compañeros de lectura, con Ángeles, de Baile del Sol. Se acercan David Eloy Rodríguez y José María Gómez Valero, y compruebo que son tan tímidos, amables y encantadores como los imaginaba. Me dicen que les ha gustado mucho la lectura y se me suben a la cabeza los dos sorbos de champán. Nos veremos pronto, en Valencia.

Para terminar, cena con Carmen-Ababol y con Ángela. Javier Das tiene que irse antes. Comemos unas delicatessen en una taberna antigua, de las que te hacen sentir como en casa. Mi hermana y yo nos retiramos pronto; estamos agotadas. Pero unos cuantos huéspedes han decidido que es día de fiesta, y el sueño se nos evapora. Resoplamos, nos reímos, maldecimos.

Al día siguiente, madrugón, tanatorio para mi hermana y médico para mí. Sabor agridulce. Los poemas y la gente resplandecen en mi cabeza, en medio del tráfico de Madrid.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

siempre todo
parte de un deseo
pero las ganas por hacer
grande los pequeños momentos
que deseamos
nos atosigan los nervios
y las incertidumbres
y solo tenemos la certeza al final
de hemos hecho grande esos
pequeños momentos antes deseados,

esa certeza se tiene
cuando todo acaba y ves brillo
en los ojos de la gente y alguna sonrisa que otra.

me alegro porque todo te saliera.

de lo de tu familiar fallecido, NO,
vaya un abrazo desde aquí.

Javier Das dijo...

Siento el toque agridulce que tuvo el día para ti. La lectura, como te dije, fue genial, sólo echar en falta los libros físicamente.

Espero que el recuerdo sea dentro de lo que cabe bueno y que las malas noticies no te nublasen el momento.

Besos.

Víktor Gómez Valentinos dijo...

ANA:

Más que la poesía de la experiencia es la experiencia de la poesía la que suma, cala, cambia, propone, revela, asombra, horada, salva.

Me alegra leer esta glosa de una jornada poética y humana tan especial.

Un abrazo

Tu Viktor

Mainumby dijo...

Buuf, qué de momentos y de emociones viviste!!!

Lo mejor que queda siempre, es el buen sabor... saber que lo que hay detrás de todo es siempre lo mismo: transparencia, seres especiales...
Que haya ido todo bien con el médico...

Un abrazo fuerte!!!

Miriam G. dijo...

Siento mucho lo de tu tío Ana.

¿Te puedes creer que estuve a punto de escribirte el día antes para decirte que hacía calor? Pero luego pensé que igual era meterme donde no me llamaban, ahora me doy de cabezazos.

Me alegro de que haya ido bien la lectura y me ha encantado la crónica, me ha arrancado unas cuantas sonrisas.

Un beso, Miriam G.

beatus_ille dijo...

Vaya nena, hay días que no sucede nada y otrso en que sucede todo
Felicidades por el libro y por este txt, muy bueno, de tus aventuras.

Un beso grande y siento lo de tu tío, ánimo!!

Marta Sanuy dijo...

Que gusto que cenen tres amigas que no se conocen juntas.

Felicidades Ana.

Kebran dijo...

GUAPÍSIMA:LO SIENTO MUCHO, PERO NO HAGAMOS ESTA VIDA DEL DOLOR SINO DEL CARIÑO A LOS DEMAS Y VIVIR PUES NADA HAY MAS BONITO, A CADA MINUTO, Y DESCUBRIR AMISTADES. BONITA CRÓNICA. UN ABRAZOTE DE EL KEBRAN

SONIA FIDES dijo...

Ana, esa es la vida, dolor y alegría habitando los mismos segundos. Yo ya sabía que ibas a triunfar.

Un abrazo grande.


P.D. Como soy una ogra reconocida, ya he "amenazado" a todo el mundo para que compre tu libro.

Anónimo dijo...

Se fue tu tio como tus versos al aire, también para él habrá un papel que intente detener el viento

Jesús Alonso dijo...

Ese día estuve en Sevilla, sufrí ese calor, yo iba con mi camiseta de ropa interior de diseño. ¡Qué rabía no haber podido quedarme a escucharte y más después de lo que cuentas: las cena y la compañía. Creo que nos cruzamos en la estación del AVE. Estuve en ella desde las 18 hasta las 19'30 en que salí mi tren. ´Habrá otra oportunidad.

Luciérnaga dijo...

Qué guapa eres.