Sigo pensando (es que soy lenta). De momento os dejo un pequeño texto que escribí cuando alguien, hace unas semanas, me pidió que reflexionara sobre mi poesía:
He vuelto a la poesía como quien, después de años de jugar a ser mayor, descubre, más bien recuerda, la generosidad de su madre, la inocencia febril de la infancia, la plenitud de los momentos en que se juega, se amasa, se come con las manos. Vuelvo a la poesía y le entrego todo lo que he vivido durante estos años; y ella me dice que todo le vale, que todo lo acepta. A cambio me recuerda la fuerza de lo sencillo; y aquello que alguien me dijo una vez: “cuanto menos ocultas, menos tienes que defender”. Me expongo y me la juego. Denuncio la miseria de corazón que nos queda cuando nos prohibimos hablar de las emociones menores, vergonzosas, culpables, secretas. Esta miseria que nos hace aparentar continuamente que estamos bien, que somos otros, que hemos triunfado, que estamos satisfechos y no necesitamos nada. Pues no: hemos fracasado y si hay salvación o consuelo, hay que empezar por contarlo. En las palabras y en la verdad, por dura que sea, está la única posibilidad de compañía, de humanidad, de reconocimiento. Es lo que busco cuando leo y a lo que aspiro cuando escribo: a una conciencia más amplia de lo que soy, de lo que somos cuando dejamos atrás los escondites, las imposturas, las defensas, las palabras huecas.
Hoy he leído un artículo sobre Carver publicado en el foro de la Escuela de Letras. Entresaco unas frases que me interesan, dichas por el propio Carver:
"El trabajo del escritor es contar la verdad. Buscar lo que te provoca emociones, que la vida sea lo que te conmueve. Luego escríbelo del modo más claro posible para que pase a formar parte de la experiencia de la persona que lo lea".
"Huye de lo que te cause indiferencia es la escritura, como lo harías en la vida".
"Si los relatos nos cuenta a menudo lo que no sabemos, aúnme parece más importante que nos cuenten lo que todos sabemoss pero no decimos. Al menos en público".
"Suelo echar a corre ante la retórica y la abstracción, tanto en la literatura como en la vida".
7 comentarios:
Has vuelto a la poesía y ella te ha recibido con los abrazos abiertos y gracias a ese regreso ganamos todos, vecinos. conciudadanos amigos, gentes de paso...
Me encanta tu texto. Mucho más elocuente que lo de Carver.
Sí, Ana, la escritura para desnudarse. Y también para abrigarse.
Y las palabras de Carver, un complemento a las tuyas.
Creo que lo que quería decirte y luego no te digo del todo es que estoy conviviendo muchísimo con tus poemas, que los recuerdo a deshoras, que me asaltan imágenes y frases tuyas en el supermercado o a mitad de una lectura. Y que me siento muy bien acompañada.
Marta, me encanta que mis poemas vivan contigo. Que los lleves de compras, lean tus libros y te acompañen en los paseos a la verita del río. Sé que me los cuidas bien. Un beso!
Luz tenue, tienes toda la razón: desnudan y abrigan. Algunos hasta te dan un masaje.
Caye, me sonrojas. !Y vivan las narices grandes! (quien quiera entenderlo, que se dé un paseo por el blog de Caye)
Jesús, siempre he pensado que eres un caballero. !A presidente de la república, ya!
iluminada & hermosa poética, Ana, limpia, transparente y plena. bienvenida al club de los poetas sangrantes & pura vida & libertad.v.
Ana:
¿Qué se le puede pedir a la poesía? No lo se bien... es una de esas cuestiones que a lo largo de la vida van teniendo distintas respuestas.
Tu metapoética en prosa es clara y auténtica razón de ser. De ser poeta, de ser persona, de ser acentrada inmanencia en movimiento. Porque no creo que haya en tus versos ni en su geografía íntima caminos, sendas y rutas sino trochas, vericuetos, campo a través. Y no te escondes, y no se enconden. Tú eres y tu poesía se es sin camuflaje, sin fingimiento.
Eso sí, al ser arte de la palabra, su lectura no es literal, sino intuitiva, sagaz, entreluces, tras la niebla.
Un abrazo
Tu Viktor
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