El blog de Ana Pérez Cañamares - poeta

jueves, junio 07, 2007

Poema

Llegaba el verano
y todos mis amigos se marchaban
de vacaciones a sus pueblos.
Allí les esperaban primos, vacas
cigarros, perros, pozas
futbolines, parras y bicis.
Hacia allí marchaban
atravesando mesetas de calor
hasta la sombra del olmo en la plaza.

Pero no mi familia.
Mi familia se quedaba en Madrid
o se iba a un hotel barato
en el que no conocíamos a nadie
o de camping junto a un río
sin niños; aunque al menos
había ranas y cabañas de hojas.

Nosotros no teníamos pueblo.
O mejor dicho: habíamos tenido
pero nos lo habían quitado.
La guerra se quedó la casa
los recuerdos de los muertos
las verbenas
los colchones de lana
las culebras
los baúles del desván
las telarañas.

Cuando fui mayor
mis padres me llevaron
a sus pueblos
para que supiera que nosotros
también habíamos tenido uno.
Mi madre me enseñó su casa encalada
con el patio emparrado;
la casa donde habían nacido
sus hermanos y ella
y en la que ahora vivían
los que habían tenido dinero
para comprársela.

Mi padre me mostró su casilla
junto a la vía del tren
la habitación húmeda
donde la pulmonía
acabó con su madre
el camino que a lo lejos
se perdía hacia el colegio.
La cochiquera para el burro
para las gallinas y el cerdo.

Así supe que un pueblo
me corre como un río por las venas.
Y que las piedras que se ven en el fondo
son coágulos de rabia,
la rabia de que se lo tragara
el pantano de la guerra
sin dejarme disfrutarlo

9 comentarios:

Fernando dijo...

Esperemos que la nostalgia de la infancia sea sólo eso un perenne y lejanp recuerdo...todos habitamos un pueblo deshabitado por donde todavía sigue corriendo nuestra infancia salvo aquellos que lo hacen en nombre de sus ancestros..besos de primavera

Jesús Alonso dijo...

Me pasó algo parecido. Mi padre se quedó sin casa en su pueblo, mi madre sin casa en el suyo. Así que yo tampoco tuve pueblo, pero un día llego mi primo Mundi y sus dicecisiete años (en realidad era primo cuarto) que estaba de pupilo en casa de mi abuela y dijo: Hacedle la maleta al muchacho que este me lo llevo yo a mi pueblo (que también era el pueblo de mi madre). Yo tenía siete años y ya tenía pueblo y una nueva familia y perros y un burro, el criminal, el burro más llorado del mundo, durante los tres meses de verano las semana santas. Y conocí amigos, ranas, galgos, a cada vaca por su nombre... Y también la casa donde nació mi abuela, donde se cri´ño mi madre, donde muriño mi bisabuela convertida en pajar. Mi abuela me contaba que todas las propiedades que tenía se las había comprado su hermano con las cuatro perras que sacó de la venta de unas vigas que obtuivo talando unos árboles que había en un huerto de mi abuela. Un tipo listo. ¡Vaya poema generador que has escrito!

Marta Sanuy dijo...

Yo tuve muchísima suerte, soy de pueblo. En el barrio del saco había hasta un manantial y enfrente de cada casa un huerto: os recomiendo comer habas crudas.

Ahora vivo en el mismo sitio, encima del manantial hay una piscina climatizada y una sauna y un hamman, y diz que eso es progreso...no sé.

Rico poema Ana. (anda pasea por la feria el sábado por la mañana un ratito si puedes, que tenemos a Ababol también por aquí)

Ana Pérez Cañamares dijo...

Gracias, Fernando, por tus palabras; gracias, Jesús, por tu historia (poema generador: me gusta); gracias, Marta, por contarme y por la invitación. Pero es que si la Feria normalmente me provoca alergia, este año pensar en multitudes me da pavor... Sigo lamiéndome heridas; gracias de todas formas, ha sido tentador... Besitos

Anónimo dijo...

Yo tampoco tuve un pueblo, pero sé que tengo algo de un pueblo en mí, quizás porque mi padre vino de uno cuando era chico: Firmat, una bella y pequeña ciudad, que más que ciudad era un pueblito en esa época (con perdón de los firmatenses!).
Hermoso tu poema, Ana. El no haber habitado un pueblo, no impide que no podamos crear, imaginar el nuestro, ese en el que nos hubiese gustado pasar algunos años de nuestra vida.
Besos y abrazos de otoño.

Enrique Ortiz dijo...

Cómo me gusta, Ana. Todos los poemas tuyos que leo aquí me parecen formidables. De éste me ha gustado, sobre todo, la enumeración de la tercera estrofa y el final, esa comparación con los pantanos. Enorme.

Anónimo dijo...

A mí también me ha gustado Ana.

Un beso, Miriam G.

Gsús Bonilla dijo...

hola ana.
son cosas del destino.
varios conocidos comunes me dicen que me paseé por tu blog,

yo lo hago y me pierdo.

es fantastico.

bsoles.

Ana Pérez Cañamares dijo...

Hola, Gsus. Yo también he oído hablar de ti (!y bien!), el Kebran me contó que te había conocido en el Bukowski. Me alegra mucho que te pases por aquí y que te pierdas por mi blog. Ya te tengo en favoritos, seguro que nos seguimos la pista. Bs
Miriam, Enrique, como siempre mil gracias.
Paula, es cierto de eso de crearse un pueblo. Cuando escribí el libro de relatos algunos de ellos se desarrollaban en pueblos de veraneo y la gente me preguntaba que de qué pueblo hablaba. El caso es que hablaba siempre del pueblo que me había imaginado. Un beso