El blog de Ana Pérez Cañamares - poeta

jueves, abril 19, 2007

Traducciones

Hace muchos años, cuando estuve viviendo en Londres, hice un curso de Traducción. Me pareció una tarea dificilísima, y también muy bella, reflexiva, generosa, que a veces producía sentimientos de impotencia y otras proporcionaba íntimas victorias y satisfacciones.
Ya he dicho antes por aquí que no me importa leer obras traducidas. Lo admito como un doble acto de creación; al fin y al cabo, cada lectura, incluso de una obra en el propio idioma, es una traducción -una suma, una resta, una interpretación- del sentido que tuvo para el autor. Si la traducción es del inglés, y se trata de una edición bilingüe, me gusta jugar a hacer mi propia versión y compararla con la del traductor. Pero por lo general creo que es una labor muy poco agradecida de cara a los demás. Normalmente nos damos más cuenta de las malas traducciones que de las buenas. Me pasa, por ejemplo, con los subtítulos de una película: si percibo un error, sospecho del resto.
Por todo esto, me gustó llegar al final de El padre, de Sharon Olds -qué maravilloso libro, qué sanador, qué valiente- y encontrarme con esta nota:

EPÍLOGO
Me resulta muy conmovedor que The father empiece una segunda vida, como El padre. La traducción es un acto muy generoso y yo estoy profundamente agradecida a Mori Ponsowy por haber hecho posible que este libro camine atravesando la pared del lenguaje, desde su sala de parto en inglés norteamericano, hacia su nuevo hogar, en español.
Sharon Olds
Nueva York, abril 2004.

Ella lo ha dicho, ¿no? Conmovedor.

11 comentarios:

Mariano Zurdo dijo...

Impresionante epílogo. Yo que soy un aprendiz del español y un analfabeto de otras lenguas lo he pensado muchas veces. Qué grandes traductores me han llevado a sitios tan lejanos...

Ababol dijo...

Sí.
Conmovedor.

Un beso.

Kebran dijo...

Ana, nunca he leido a Sharon Olds, recomiendame algo suyo para empezar a conocerla. Un abrazo.

Ana Pérez Cañamares dijo...

¿Verdad? Si es que por mucho que uno quisiera aprender lenguas, siempre tendría que echar mano de los traductores para tantas otras que sólo cabe estar agradecido...

Ababol, gusto en verte por aquí!

Kebranta, yo empecé leyendo Los muertos y los vivos, un libro acojonante, y después he leído El padre, aunque el orden por el que están publicados es al revés, primero publicó El padre. PAra una primera lectura, igual haz como yo, porque Los muertos y los vivos tiene una mirada más amplia, sobre temas diferentes. Vas a alucinar con ella. Otro abrazo

SONIA FIDES dijo...

Cierto Ana, los libros sin traducir son sin duda la manera más bella de imaginarse "las vidas que nos conmueven". Prestarle atención a unas palabras escritas en otro idioma es siempre un acto de valentía, porque por mucho que dominemos ese idioma el volumen no sera nunca el exacto. Menos mal que podemos contar con la imaginación para volver poliédrica una palabra, una sensación. Comparto contigo esa sacudida que provoca "El Padre".

¿Has leído "Los muertos y los vivos" de la misma autora.

Un abrazo.

Sonia.

P.D. El poema con tu epígrafe está casi listo... Si no me "mata" el pudor te lo enseñaré.

SONIA FIDES dijo...

Sorry, no había visto que habías leído el libro sobre el que te pregunté. Y además sobre el que quería preguntarte era sobre "Satán dice"... Definitivamente estoy mayor.

Jesús Alonso dijo...

Tengo un amigo traductor y sé como le sienta que se dé tan poca importancia a su trabajo, que parezca que el libro se ha traducido sólo. Hace dos o tres años tradujo el texto de una obra de teatro que se representó en Madrid con gran éxito y no es que no lo pusieran en el programa de mano, es que ni siquiera fue invitado al estreno. Estaría bien que todos los que citamos una obra traducida pusiéramos el nombre del traductor.

Ana Pérez Cañamares dijo...

Las palabras en sí mismas intrigan tanto... Una de las asignaturas que más me sorprendió en la carrera de Filología fue Historia de la lengua (aunque yo era de la rama de literatura). A mí me gustaría reencarnarme hablando un idioma diferente en cada vida, para apreciar cada uno de ellos.
Sí, Sonia, también leí "Satán dice...". El caso es que estaba escribiendo el comentario anterior y pensaba joder, si me falta uno... Pues es ese. La verdad es que los tres me han encantado. Quizás el más impactante, por ser el primero, fue Los muertos y los vivos, pero los otros dos son tela marinera... la pera frita, vamos.
Pues sí, Jesús, me parece injusta la invisibilidad de los traductores. Lo de tu amigo es la hostia. Yo intento acordarme de citar a los traductores, pero a veces se me olvida...

Ana Pérez Cañamares dijo...

Ah, Jimena, Sonia, ¿cómo prefieres?, que estoy deseando ver el poema!!!

Anónimo dijo...

Qué nota más considerada.

Me parece muy interesante el tema de las traducciones. Reconzco que es algo que resulta muy difícil hacer bien, como dices, es una segunda creación.

Aunque también confieso que soy de las que buscan siempre la viga en el ojo ajeno. Pero quizá porque, ya que es una profesión que creo que sí merece un respeto enorme, me duele que la ejerzan personas que a lo mejor no están todo lo cualificadas o capacitadas que deberían. También por respeto a algo, se puede exigir que se haga bien, aunque suene contradcitorio.

Ana Pérez Cañamares dijo...

Estoy completamente de acuerdo contigo, Beatriz. Me parece una tarea a la que hay que darle dignidad, desde dentro y desde fuera también, cuando está bien hecha. Y como en todo, la culpa del intrusismo y de la poca profesionalidad se puede repartir entre quienes la ejercen mal y quienes la pagan (mal).