El poema anterior ha traído de la mano otro poema de Tess Gallagher, que me gusta sobre todo cuando es breve y certera en la ternura:
DEJO DE ESCRIBIR EL POEMA
para dobla ropa. Da igual quién viva
o quién muera: sigo siendo una mujer.
Siempre tendré mucho que hacer.
Doblo las mangas de su
camisa. Nada puede frenar
nuestra ternura. Volveré
al poema. Volveré a ser
una mujer. Pero, por ahora,
tengo una camisa, una camisa gigantesca
entre las manos, y, en algún lugar, una niña pequeña,
al lado de su madre,
la mira para aprender cómo se hace.
!Tess, compañera, cómo te entiendo! Un verso -y la lavadora que elige este momento para terminar-, otro verso -"!mamá! !Búscame el sistem ibérico en internet!"-, media página -la secretaria de la comunidad para que firme un cheque como presidenta que soy-, y por el camino me fijo en que la gata no tiene comida, y empieza a llover sobre la ropa tendida...
Siempre me pregunto cómo lo hace la gente prolífica. De dónde coño sacan tiempo para leer y escribir y asistir a presentaciones y ver películas y seguir siendo personas humanas. Me da mucha envidia, por ejemplo, ver como José Ángel Barrueco desmenuza un libro tras otro en su blog. ¿Cómo lo haces José Ángel, por dios? ¿Cómo lo hacen los demás?
Los libros que leo siempre acaban poniéndome cara de perrillos abandonados. !Y no lo soporto!
4 comentarios:
El tiempo nos roba a todos la vida. Sólo algunos decidimos apretar dientes y robarle a la par un poco de lo mucho que nos sangró.
Me gusta esa imagen del puente que cruza la luna, esa Tess feliz pese a todo ese fatigoso trabajo que nadie hará por ella, doblando las mangas de su camisa. Esa Tess escritora interrupta que todavía nada sospecha; no sabe aún que ha de acabar como la Anette Bening de American Beauty..., acariciando, en tanto llora, los trajes del marido muerto.
Un saludo.
Pues igual tienes razón, Javier. No lo había pensado así, Javier. Yo siempre había pensado en una mujer que está recogiendo la ropa de su marido muerto. Pero ahora veo en el poema que puede ser anterior a la muerte, que la Tess que aparece en él parece todavía una mujer atareada, feliz, ajena, todavía puede ser una mujer invencible, para quien la camisa de su marido es casi un estandarte. A favor de mi lectura inicial: "Da igual quien viva o quien muera". A favor de la tuya: "Nada puede frenar nuestra ternura". Quizás es que está en un tiempo más allá o más acá de la muerte.
Jo, cómo me gustan estas lecturas a pachas que se van complementando... Un abrazo, Javier.
Ana, todo El puente que cruza la luna está escrito con posterioridad a la muerte de Carver, pero ahí está la imagen, y la magia en cierto modo, aunque sea fúnebre; a buen seguro años antes, cuando nada ensombrecía su futuro, Tess debío plancharle a Ray cientos de camisas, y probablemente jamás que un acto semejante acabaría por ser un acto tan íntimo y doliente.
Un abrazo.
Sí, tienes razón. Es ese tipo de pensamiento: esto que estoy haciendo ahora y de lo que me quejo cuanto podría llegar a echarlo de menos... El poema parece esa reflexión echa a posteriori, con todos los tiempos mezclados.
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