De las túnicas jaspeadas
de la verde Europa
nos desprendemos
como un botón que cuelga
de un mínimo hilo.
Ya no quedan más subterfugios:
hay que extraer la espina albar,
erradicar el peso
que la empuja en la llaga,
acelerar la putrefacción
que coloniza
el germen. Y dar estribos
a quienes moran
en los umbrales.
Los prestidigitadores de la usura
con su disfraz ecuménico.
Los especialistas universitarios
en programar
delicadísimos banquetes
carroñeros.
La sintaxis de renglones torcidos
que disparaban certeramente
al mundo tullido y blanco de
los conceptos universales.
¿En qué títeres sin cabeza
nos habéis convertido?
MIGUEL MARTÍNEZ.
Su blog: Ateopoeta. Gracias.
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