51.
Nubes. Al borde la tarde.
El camino ha roto aguas.
El cielo me dice que no todo está inventado.
Que aún podría... pero no.
Saberlo es presentir el hueco
que vas dejando a tu espalda.
Saberlo todo es no saber nada,
pero no con los ojos vueltos al sueño y los balbuceos,
sino rebosantes de paciente e ignorante arrobo,
asomados a los secos abismos de tus ojos,
fieras cristalizadas al frío de su aliento.
Pero ahora quiero ignorarlo todo de estas nubes
que no son -¿o sí?- obra y carne tuya.
Quiero estar al margen. Nada es asunto mío.
Mis pechos -los quiero tu horizonte-
han olvidado todo desde su mirada fija
y la fe recta que asusta ventas y recodos.
Si tengo que morir al borde de esta tarde,
para renacer, y no ser yo, y no recordar nada,
no me faltará valor para arrojarme
a tu filo cierto de animal acorazado.
ANA PÉREZ CAÑAMARES - A LOS 20 AÑOS
2 comentarios:
Un buen poema. Y con esa frescura de los pocos años. Mi enhorabuena.
Un saludo.
Suave y esperanzada...qué buenas épocas...
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