A raíz de leer esta entrada en el blog Malicia...:
Hoy he comido con H. en un lugar donde se veía Madrid tal que así, como ven ustedes en estas fotos. Probablemente hay cielos más hermosos, más azules, más amplios, más limpios, más. Más. Y sin embargo... Sin embargo, los cielos de Madrid... ¿Qué tendrán los cielos de Madrid? Es como Baudelaire. Si yo digo este nombre, estoy segura de que la mayoría de ustedes dirán: Las flores del mal (menos mi amigo Alekos, que preguntará: ¿Qué se puede esperar de una casa donde tienen a Baudelaire en la cocina?... Alekos, según Paco, es el "colombiano hecho a mano". Y debe saber lo que dice, porque también es ebanista).
.....Estábamos en Baudelaire y sus Flores... Y sin embargo... Sin embargo, para mí, su gran obra es una pequeña joya: Pequeños poemas en prosa.
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A la montaña he subido, satisfecho el corazón.
En su amplitud, desde allí, puede verse la ciudad:
un purgatorio, un infierno, burdel, hospital, prisión.
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Florece como una flor allí toda enormidad.
Tú ya sabes, ¡oh Satán!, patrón de mi alma afligida,
que yo no subí a verter lágrimas de vanidad.
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Como el viejo libertino busca a la vieja querida,
busqué a la enorme ramera que me embriaga como un vino,
que con su encanto infernal rejuvenece mi vida.
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Ya entre las sábanas duermes de tu lecho matutino,
de pesadez de catarro de sombra, o ya te engalanes
con los velos de la tarde recamados de oro fino,
,
te amo, capital infame. Vosotras, ¡oh cortesanas!
y vosotros, ¡oh bandidos!, brindáis a veces placeres
que nunca comprende el necio vulgo de gentes profanas.
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Charles Baudelaire, "Epílogo", en Pequeños poemas en prosa (traducción de Enrique Díez-Canedo)
... recordé que durante un tiempo ese libro fue para mí lo más de lo más. Fue en mi época de llevar abrigo negro y carmín rojo, escuchar a The Smiths, soñar con Londres y vivir en Aluche. Cuando me iba a tomar café al Círculo de Bellas Artes para tener una vista que se pareciera a la ciudad soñada. Cuando me iba a beber vino y a escuchar el piano a las Cuevas de Sésamo. Cuando me aprendí este texto, que abre el libro de Baudelaire, y me lo recitaba como un rezo:
-Dime, hombre, enigmático, ¿a quién amas tú más? ¿A tu padre, a tu madre, a tu hermana,
a tu hermano.?
-Yo no tengo ni padre, ni madre, ni hermana, ni hermano.
-¿A tus amigos?
-Os servís de una palabra cuyo sentido desconozco hasta hoy.
-¿A tu patria?
-Ignoro bajo qué latitud está situada.
-¿La belleza?
-De buena gana la amaría, diosa e inmortal.
-¿El oro?
-Lo odio, como vosotros odiáis a Dios.
¿Pues qué es lo que amas, extraordinario extranjero?
-¡Amo las nubes. . ., las nubes que pasan... allá lejos... las maravillosas nubes!
Tiempos de melancolía autoinfligida. Luego, con dolores y pasiones más reales, se me pasó de golpe todo deseo de fingir decadencia.
4 comentarios:
Gracias Ana, extraordinario extranjero este hombre, padre putero de tantos poetas...
Un abrazo,
Kike
El libro se titula "El Esplín de París" (al menos la edición que tengo yo). Nada importa que esté en prosa. Como siempre, lo que importa es el ojo poético. Para mí también fue de lo mejor que escribió Budelaire, porque en Las Flores del Mal insistía demasiado en las formas clásicas.
bello del aire
sangre con veneno
spleen sin soporte
de los santos no puedo hablar,
pero las nubes de ana
las de wang wei
los tiernos borreguitos
yo por placer los atravesaba.
Gracias por los comentarios.
Gracias por el poema, Daniel ;)
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