Simplemente sentarme al viento
como si no pasara nada,
dejar que los dedos se engarcen en palabras granate,
en el recuerdo de voces-reflejo-cristal,
calles de verano desbordadas, orejas de metal, amígdalas,
cocineros de infartos bailando en mi particular
banquete de boda;
el pasado remoloneando infiel entre las esquinas
del barrio en el que nos despertamos cada mañana
el uno al otro.
En ocasiones soy capaz de apagar un torbellino con un simple movimiento de batuta,
como si no pasara nada,
cuando lo cósmico me excita y es imperante silenciar la orquesta privada,
vaciar todos los jarrones,
enterrar las flores secas junto con las piedras preciosas que se han ido extraviando en los sumideros;
seguir respirando.
como si no pasara nada,
dejar que los dedos se engarcen en palabras granate,
en el recuerdo de voces-reflejo-cristal,
calles de verano desbordadas, orejas de metal, amígdalas,
cocineros de infartos bailando en mi particular
banquete de boda;
el pasado remoloneando infiel entre las esquinas
del barrio en el que nos despertamos cada mañana
el uno al otro.
En ocasiones soy capaz de apagar un torbellino con un simple movimiento de batuta,
como si no pasara nada,
cuando lo cósmico me excita y es imperante silenciar la orquesta privada,
vaciar todos los jarrones,
enterrar las flores secas junto con las piedras preciosas que se han ido extraviando en los sumideros;
seguir respirando.
SILVIA OVIEDO
(tomado de su blog Salón con ventanal a la calle. Gracias)
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