SEÑORAS
Por las mañanas acostumbro
a pasar por la cafetería,
me tomo dos cafés -uno contra mi espalda-
entre las limpiadoras que se duermen
sobre su propio desayuno.
Al otro lado de la barra
conversan las señoras,
las dueñas de las tiendas de mi barrio;
se llaman por teléfono,
son admiradas por ejecutivos,
hacen planes para pintarse las uñas.
Sus ojos no contienen desamparo,
sus cerebros no se deshacen
enhebrando palabras, ni átomos, ni perlas.
Las sigo y compro el Marie Claire,
las imitio, fijo que soy respetable
en la cola del supermercado.
CRISTINA MORANO
El arte de agarrarse, La Bella Varsovia, 2010
Por las mañanas acostumbro
a pasar por la cafetería,
me tomo dos cafés -uno contra mi espalda-
entre las limpiadoras que se duermen
sobre su propio desayuno.
Al otro lado de la barra
conversan las señoras,
las dueñas de las tiendas de mi barrio;
se llaman por teléfono,
son admiradas por ejecutivos,
hacen planes para pintarse las uñas.
Sus ojos no contienen desamparo,
sus cerebros no se deshacen
enhebrando palabras, ni átomos, ni perlas.
Las sigo y compro el Marie Claire,
las imitio, fijo que soy respetable
en la cola del supermercado.
CRISTINA MORANO
El arte de agarrarse, La Bella Varsovia, 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario