Epílogo
¿Por qué ya no me sirven las bienaventuradas
estructuras y tramas y las rimas, ahora,
cuando deseo escribir, no de lo que recuerdo,
sino de aquello nuevo que imagino?
Oigo el sonido de mi propia voz:
"El ojo del pintor no es una lente,
tiembla cuando a las luces acaricia."
Pero a veces me ocurre que todo lo que escribo,
con el arte gastado y mi vista cansada,
parece una instantánea llamativa,
rápida, exagerada, tomada de la vida,
pero inmovilizada por los hechos...
La concurrencia de lo irreconciliable.
Pero... ¿Por qué no contar lo que ha ocurrido?
Agradezcamos ese don exacto
que Vermeer otorgó a la luz del día
para cruzar un mapa, como lo hace la marea,
hasta alcanzar, segura en su añoranza,
a la chica ofrecida por su cuadro.
Somos pobres acciones transitorias
y por ello advertidos
de que a cada figura de la foto
debemos otorgarle su nombre verdadero.
ROBERT LOWELL
Día a día, traducción de Luis Javier Moreno. Editorial Losada, 2003.
2 comentarios:
Gracias Ana, por seguir regalando poesía. Esta es luz concentrada.
Un beso
muy lindo
saludos
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