El blog de Ana Pérez Cañamares - poeta

miércoles, junio 23, 2010

Un par de historias de fútbol (por Jesús Alonso)

UN PAR DE HISTORIAS DE FÚTBOL

Uruguay acaba de ganar a Sudáfrica y yo me he acordado de Galeano que estará tan contento, en Montevideo. Es verdad que también me he acordado de otro Eduardo, Iceta, que suele afirmar con sobresaliente ironía y acierto que al fútbol no se le da la importancia que se merece. Pero al final han podido las ganas de contar:
- ¿En qué se parece el fútbol a Dios?- se preguntó una vez Eduardo Galeano- Y él mismo se contestó:
-En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales.
La pregunta y la respuesta están recogidas en el libro “El fútbol a sol y sombra” publicado en 1995. Galeano ha dicho que está escrito para la conversión de los paganos, para que aquellos intelectuales que odian el fútbol sepan que puede ser un lugar espectacular para proyectar historias y también para que aquellos aficionados que no tienen mucha afición por los libros pierdan el miedo a leerlos. Hace unos meses tuve la ocasión de entrevistar al escritor uruguayo. Hablamos de economía, de miedo, de estafas gigantes, de la grandeza de lo pequeño, de literatura, del lugar de donde llegan las palabras. Hablé con Galeano de estas cosas y me alegré de hacerlo, pero también quería hablar de fútbol. Quería oír de su boca algunas de sus mejores historias sobre el tema, pero sobre todo dos: la de Obdulio Varela, protagonista de uno de los más sentidos casos de empatía que he conocido y la de Paco Espínola, aquel novelista tan sorprendido de sí mismo al descubrir de donde venía aquella tristeza que parecía no tener ningún motivo. Y Galeano me las contó.

1950, RÍO DE JANEIRO: OBDULIO
Viene brava la mano, pero Obdulio saca pecho y pisa fuerte y mete pierna. El capitán del equipo uruguayo, negro mandón y bien plantado, no se achica. Obdulio más crece mientras más ruge la inmensa multitud enemiga, desde las tribunas.
Sorpresa y duelo en el estadio de Maracaná: el Brasil goleador, demoledor, favorito de punta a punta, pierde el último partido en el último momento. El Uruguay, jugando a muerte gana el campeonato mundial de fútbol.
Al anochecer, Obdulio Varela huye del hotel, asediado por periodistas, hinchas y curiosos. Obdulio prefiere celebrar en soledad. Se va a beber por ahí, en cualquier cafetín; pero por todas partes encuentra brasileños llorando.
- Todo fue por Obedulio- dicen bañados en lágrimas, los que hace una hora vociferaban en el estadio. - Obedulio nos ganó el partido
Y Obdulio siente estupor por haberles tenido bronca, ahora que los ve de a uno. La victoria empieza a pesarle en el lomo. Él arruinó la fiesta de esta buena gente, y le vienen ganas de pedirle perdón por haber cometido la tremenda maldad de ganar. De modo que sigue caminando por las calles de Río de Janeiro, de bar en bar. Y así amanece, bebiendo, abrazado a los vencidos.


Al escritor uruguayo Paco Espínola no le interesaba el fútbol. Pero una tarde, Paco pescó por casualidad la retransmisión de un partido. Era el clásico local. El club Peñarol perdió por goleada, 4 a 0, ante el Nacional. Cuando cayó la noche, Paco estaba tan triste que decidió cenar solo, por no amargarle la vida a nadie. ¿De dónde venía tanta tristeza? Paco ya estaba por creer que era una tristeza porque sí, o por la pura pena de ser mortal en el mundo, cuando de pronto se dio cuenta de que estaba triste porque el Peñarol había caído. ¡Él era hincha del Peñarol y no lo sabía...!

JESÚS ALONSO

Su blog: El bolsillo del albornoz lleno de notas

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