El blog de Ana Pérez Cañamares - poeta

miércoles, abril 14, 2010

La manera de recogerse el pelo: polémicas y explicaciones

En los más de tres años que este blog lleva abierto, lo he dedicado principalmente a publicar poemas que, por uno u otro motivo, me han dejado huella; también a anunciar recitales propios y ajenos, noticias relacionadas con el mundo de la poesía, y libros en los que participo o en los que creo especialmente.
Casi nunca he querido, por diferentes motivos, dejar constancia explícita de opiniones, polémicas, relaciones con otros blogs y/o poetas; creo que los poemas que subo definen de forma más que suficiente mis gustos poéticos y mis ideas, porque suelo comulgar enteramente con cada poema que aquí he colgado.
Me vais a permitir que haga una excepción. Este texto nació como comentario para un blog; pero al final ha terminado siendo una exposición de ideas que hacía ya tiempo que quería poner por escrito, y aunque sigue estando dirigido a la persona que lo provocó, me parece interesante dejar constancia de ellas aquí y que quien quiera dé su opinión.
Para quien le interesa y quiera ponerse en antecedentes, puede consultar las siguientes entradas de blogs:

http://es.paperblog.com/la-manera-de-recogerse-el-pelo-generacion-blogger-94422/

http://lasmanerasderecogerseelpelo.blogspot.com/2010/04/proposito-de-la-antologia.html

http://gotasdelcantabrico.blogspot.com/2010/04/asi-lo-veo-yo.html

http://gotasdelcantabrico.blogspot.com/2010/04/mi-ultima-referencia-este-jardin.html

http://gotasdelcantabrico.blogspot.com/2010/04/se-puede-decir-mas-alto-pero-no-mas.html

http://gotasdelcantabrico.blogspot.com/2010/04/amigos-y-enemigos-como-donettes.html


Querida Ada:

Me prometí hace tiempo no volver a meterme en más polémicas, pero en esta ocasión me siento aludida muy directamente y no puedo dejar de hablar.

Dejaremos de lado el contenido de La manera de recogerse el pelo, que, como tú misma dices, no conoces, y por tanto tus críticas no van dirigidas hacia él. Que yo sepa, el contenido de un libro es el principal elemento de juicio para criticarlo positiva o negativamente; admites que vas a comprarlo porque tienes referencias, incluso constancia, de la calidad de las poetas que aparecen en él. Por lo tanto, sinceramente, no entiendo tanto barullo a propósito de un libro que no has leído, cuando podías haber esperado a hacerlo y haberlo criticado con todos los elementos en tu mano. Y no lo entiendo, además, porque en tus entradas mezclas la crítica al proceso de selección en las antologías en general (que atribuyes al amiguismo por tus propias experiencias), con el de las femeninas en particular (ya que no entiendes su necesidad), y para contar todo esto utilizas como punto de partida esta antología en concreto (porque tienes datos sobre ella, datos que corroboran tus opiniones). Pues bien, como yo también tengo datos, opiniones y voluntad de expresarlas, como has hecho tú sin que en ningún momento se haya puesto en tela de juicio tu derecho a hacerlo, por mi parte voy a hacerlo aquí. Y para que no se me acuse de malinterpretarte, haré alusión a tus palabras.

Criticas el concepto de una antología de mujeres; voy a contarte cómo lo veo yo desde mi punto de vista.

Ya he dicho en ocasiones anteriores que por mis circunstancias vitales y por las características de mi poesía –que no por su calidad, ojo, que yo no valoro porque no me corresponde- podría estar en diez, veinte, treinta antologías, atendiendo al criterio de selección de los antologados. Porque soy mujer, porque vivo en Madrid, porque soy de izquierdas, porque mi poesía es de línea clara, porque mis abuelos y mis padres perdieron una guerra, porque trabajo y soy cuarentona y madre… En fin, creo que a cualquier antología basada en las anteriores premisas tendría derecho, por simples razones objetivas.

Y te voy a ser muy sincera: hasta hace no mucho era remisa a estar en cualquier lugar sólo por el hecho de ser mujer. ¿Por qué? Porque por el hecho de ser mujer no me he sentido más cercana a cualquier otra mujer (de hecho, no sé si el dato aporta algo, pero mi mejor amig@ del alma es, desde hace muchos años, un tío) y porque tengo aversión a los grupos que son porque sí, sin constatación previa de afinidades, motivaciones, ideología, etc. Por eso, por ejemplo, cuando me llegó tu invitación a participar en un foro de mujeres, rehusé. Igual que dejé de acudir a las manifestaciones del 8 de marzo, después de haberlo hecho durante años forzada para no desentonar del que era mi entorno. La verdad es que nunca he sentido que tuviera que apartarme de nadie, hombre o mujer, para expresarme o intentar saber quién soy yo. Siempre he procurado –y hago hincapié en esto: procurado-comportarme con libertad, sin atender al género de quien tuviera enfrente. Por educación, por carácter, por lo que sea, el tema del género nunca ha sido prioritario para mí y no lo digo con vergüenza ni con orgullo, es que ha sido así, y he respetado a quienes sí lo han tenido más presente.

Sin embargo, y de forma sutil, mi postura ha ido cambiando recientemente. Que yo haya decidido ignorar en mi vida personal la discriminación, por ceguera, por cabezonería, por supervivencia… no quiere decir que ésta no exista. En lo literario resulta obvio con mirar las antologías de los últimos veinte años sin ir más lejos.

En este cambio, la antología 23 Pandoras ha tenido no poca influencia. Sinceramente, cuando dije que sí a la antología, lo hice con más curiosidad que certeza. Y una publicada y leída la antología, me di cuenta de que tenía sentido. Porque ahí hay mujeres que merecen una primera fila que no tienen; porque ahí hay voces que siento cercanas, que hablan de cosas que me importan, no todas ellas exclusivas de las mujeres, pero que desde luego llevan, aunque sea de forma sutil, su marca. Porque hay problemas que siguen siendo mayoritariamente nuestros (¿quién si no va a hablar de las contradicciones de la maternidad o de un mundo tomado por valores machistas?). Para mi sorpresa, todas esas voces componían un paisaje de lo que es ser mujer aquí y ahora, rompiendo clichés, con tanta dulzura como mala hostia.

Con las Pandoras, además, la sensación de grupo se ha ido afianzando en cada recital, y ha llegado más allá de lo que era en un principio. Sin pretensión de excluir a nadie, sino de ABRIR nuevos temas, nuevas visiones, añadiendo –nunca restando- matices al texto poético. Y creo que así ha sido recibida, a juzgar por las reseñas y por los comentarios de los lectores.

Dices que este tipo de antologías de mujeres fomentan un gueto. Bueno, sería así si no nos dedicáramos a otra cosa. Si nuestros poemas no hablaran de nada más que del ser mujer y nos negáramos a publicar por cauces diferentes. Pero en mi caso concreto (hablo por mí porque no me siento autorizada a hablar por nadie más), no ya por calidad, repito, sino por todo lo que intento abarcar en temas y en medios, creo que sería una acusación demasiado gratuita. Vamos, que ni yo ni mis compañeras somos Corín Tellado. Nuestra obra es lo suficientemente variada, nos movemos en suficientes ámbitos, nos lo curramos tanto como el que más, para que se nos considere únicamente por aparecer en una antología de mujeres. Aquí me siento tratada –etiquetada de forma muy fácil- injustamente; y fíjate, qué curioso, por una mujer. Cosa que hasta ahora no me ha ocurrido ni con antólogos en concreto ni con poetas en general.

Yendo más a lo particular de esta antología, La manera de recogerse el pelo: me parece curioso que se critique una antología de mujeres por sectaria, a la vez que se critica que en la antología participen hombres como antólogos y prologuistas, y se dé por hecho una relación paternalista entre unos y otras, cuando la relación, en lo que a mí respecta, ha sido de comunicación y participación en gran parte del proceso. Si un antólogo me llama, ¿qué tengo que decir entonces? No, porque eres hombre. ¡Por favor! Yo, desde luego, esa separación la tengo superada. Yo me siento colaborando con él, no que me hace un favor, no que me cobija bajo su ala. Para trabajar con alguien yo siempre me fijaré en otros factores, y ése en concreto, el del género, ni lo tendré en cuenta.

Lo que sí tengo muy claro es esto: que si se hiciera una antología de bloggers, incluyendo hombres y mujeres, las chicas acabaríamos siendo una ínfima minoría. ¿Por qué? No lo sé. Quizá porque los chicos tienden a ser más ambiciosos, a dejarse ver más y mejor, a ser más corporativistas, a prolongar el estado de cosas. O porque a nosotras jugamos peor los juegos de poder y lucha. Como te digo, no sé el motivo. Pero estoy convencida de que en cualquier antología que se hiciera ahora mismo, fuera cual fuera su temática, nosotras seguiríamos siendo una minoría, y no creo que haya menos mujeres que escriben.

Tanto tú como otras personas en tus comentarios, habláis de la literatura de mujeres como una moda. Por favor, vamos a diferenciar lo oficial de esto que hacemos nosotr@s. Moda, quizá, la que promueven otras editoriales, o suplementos de periódicos, o programas de televisión. Precisamente porque antologías como 23 Pandoras o La manera de recogerse el pelo tienen contenido –y muy crítico, a menudo, con el sistema- tienen algo que decir más allá de la moda. En todo caso, como me siento al estar incluida en estos libros es formando parte de un homenaje a la mujer –a todas las que seguimos discriminadas, seamos conscientes de ello o no. Me siento parte de una justicia (poética) por todas las que han dado la cara, ahora y antes, y han seguido trabajando sin tener el premio de la fama ni de la visibilidad. Me siento dándole voz a esta mujer que soy yo, con todas mis contradicciones, vulnerabilidades, miserias y fortalezas. A esta mujer que curra todo el día, por la mañana en una oficina, por la tarde limpiando su casa, escribiendo y leyendo hasta las diez de la noche, que es madre sin saber a qué tradición agarrarse, que es de izquierdas en unos tiempos mediocres y convulsos políticamente, que es poeta en un mundo en el que la poesía ha quedado como una rareza exótica… en fin, a esta mujer con vocación de minoría que soy yo.

Dices que no crees que una antología femenina sea el camino más apropiado para integrarnos a las mujeres en este mundo tan masculino. Personalmente, no es integrarme lo que busco, ni en el mundo poético ni en ningún otro. De este mundo hay tantas cosas que no me gustan como en cualquier otro y tantas personas queridas como en cualquier otro. Lo que busco es, en último término, unir mi voz a otras voces afines, intentar aprender y con suerte cambiar algo (no me parece una idea descabellada, porque a mí la poesía, la honesta, me cambia).

De todas formas, y para terminar con este tema del concepto de antología femenina en sí, me resulta curioso que lo que siempre se pone en entredicho son precisamente las antologías de mujeres, acusándoselas de excluyentes. No las antologías de poetas suecos, o de poetas residentes en Madrid, o de poetas deudores de Bukowski, o de poetas críticos de la poesía española reciente. ¿Alguien se ha preguntado si los poetas suecos tienen una voz común o comparten algo más que su nacionalidad? ¿Si se están excluyendo de una antología de poesía europea, pongamos por caso, habiéndose presentado antes como autores suecos? Los poetas deudores del borracho y follador Bukowski, ¿pueden también aparecer en un homenaje a Emily Dickinson a la que, no sé si con razón, imaginamos beata, sobria y virgen? Los poetas que aparecemos en una antología de poetas residentes en Madrid, ¿podemos mudarnos sin el permiso de nuestro antólogo, o tenemos que avisar para que se haga una edición revisada?

Respecto al proceso en que se ha desarrollado la selección de autoras y textos para la antología: una vez más, hablo sobre mí. Soy blogger, soy poeta y partiendo de estos dos hechos obvios, me siento con derecho a estar en ella. Soy, además, amiga de David González y a mucha honra, y no pienso ocultarlo aunque a algunos les pueda generar sospechas de que estoy en una antología porque soy amiga suya. Hace tres o cuatro años no le conocía de nada y le mandé mis poemas. Me dijo, sólo porque mis poemas le gustaron, que contara con él para lo que fuera. Y así ha sido, y nunca me ha pedido nada a cambio. Y me consta que es mi poesía la que hace que me llame para una antología; porque cuando nos estamos tomando una cerveza o cuatro no nos recitamos poemas el uno al otro, ni me recuerda las antologías en las que me ha seleccionado con el fin de que yo pague las cervezas. Sencillamente, el tiempo, las coincidencias y las afinidades nos han ido haciendo amigos y yo, desde luego, diferencio claramente cuando nuestra relación toca una faceta o la otra. Por cierto, me consta también que algunas de las poetas que aparecen en esta antología no conocen en persona a David. Y a mí no me cabe duda de que están ahí por su poesía; más que nada porque, por lo que conozco a David, no arriesgaría su amor a la poesía y su prestigio poético por amiguismos. Amiguismos existirán en este mundo, no lo dudo; pero yo también he estado en antologías a cuyos antólogos he conocido en la fiesta de presentación. Insisto: amiguismo hay como en todos lados. Y también falta de objetividad –que no es lo mismo- porque objetividad no la tenemos ni tú ni yo ni nadie. Otra cosa es que TODAS las antologías se basen principalmente en los amiguismos; porque los antólogos, al menos los que yo conozco, serán amigos de sus amigos, pero no gilipollas como para jugarse su nombre. Y la mejor manera que se me ocurre de contestar a una antología, mostrar sus debilidades, o sus ausencias, sus errores, es hacer otra y exponerla a la opinión de los demás. Es, además, la forma más constructiva, con la que todos saldríamos ganando.

También se critica que tanto el antólogo de 23 Pandoras y La manera de recogerse el pelo sea un hombre. Pues mira, sí, en estas dos ocasiones se ha dado así. Ninguna de nosotras ha dado el paso antes que ellos, pero yo no les voy a culpar ni a ellos ni a nosotras. A mí, desde luego, no me apetece hacer ese trabajo, que se me antoja engorroso y delicado. Si alguien lo hace por mí, le aplaudo, y si me elige se lo agradezco, y si una vez leída la antología me parece que ha hecho bien su labor, vuelvo a aplaudirle. Mientras no sean Sánchez Dragó o Juan Manuel de Prada quienes me llamen, y sí un hombre con el que estoy de acuerdo ideológicamente, para una antología en la que yo juzgue que tengo cabida, por mí no habrá problema. Y para la próxima, si hay una mujer que quieta antologar, que lo haga y yo la aplaudiré y se lo agradeceré igualmente. Me ofende que se dé por supuesto una relación paternalista, porque en lo que no he estado de acuerdo, con Vicente, con David, o con el editor de Bartleby mismo, se lo dicho de tú a tú y a la cara, e incluso públicamente. Porque ellos me han seleccionado pero yo aporto mi obra, y de mí no estoy orgullosa, pero de mi obra –porque sé lo que me cuesta sacarla adelante- sí. Así que estoy capacitada para tratar a cualquiera de igual a igual; tengo claro que el agradecimiento es –o debiera ser- mutuo, porque un antólogo, un editor me eligen para desarrollar su labor como tales, pero yo les estoy entregando el fruto de mi trabajo. Hasta ahora nadie se ha acercado a mí como padre o descubridor, y a mis 42 años tengo muy claro que no permitiría que nadie lo hiciera.

Dices también que nosotras, las participantes, no vamos a llevarnos pasta con esta antología. Como con ninguna otra en la que haya participado, Ada, y ya van muchas, no tienes más que mirar en la columna a la izquierda de este blog. Tal y como son las cosas, no es esto lo que me anima a participar en una antología ni a escribir poesía ni a dar recitales. Así que este apartado no es exclusivo de esta antología, ni mucho menos.

En el facebook, otro poeta plantea la pregunta de por qué hacer antologías de género y no literarias; si no sería mejor para las mujeres ser valoradas como poetas y no como mujeres. Nadie dice que esta antología no sea literaria. Hace poco participé en una antología que se llamaba Poesía Capital, que recogía a poetas residentes en Madrid en la actualidad, y no creo que nadie piense que el antólogo Pepe Ramos primero preguntara a los participantes ¿vives en Madrid? y luego ¿eres poeta? Le hubiera llevado mucho tiempo su proceso de selección. Las antologías necesitan de un tema, una característica común que agrupe a los antologados. Me parecería perfecto, por ejemplo, una antología que recogiese poetas albaceteños, porque seguro que los hay y no conozco ninguno. Es más fácil, para darse a conocer, ser poeta y madrileño, ¿verdad que sí? Pues es más fácil ser poeta y ser hombre. El que sin conocerme quiera valorarme como mujer antes que como poeta, lo va a tener crudo, porque yo sólo me voy de cañas con mis amigos y sin embargo mis poemas están colgados en internet y aparecen en unos cuantos libros. Y no creo que nadie se compre una antología de mujeres para ver las fotos (y así conocerme antes como mujer que como poeta). Aunque bichos raros los hay en todas partes.

Y repensando todo esto, Ada, y te lo digo con cariño: lo que no creo que pueda hacerse es pretender que pase como objetiva una crítica en la que mezclas tus reservas sobre un libro que no has leído, tus experiencias con los criterios de selección y los amiguismos, tus enemistades personales y encima dejando entrever que en este libro ha primado el buen rollito entre el antólogo y las antologadas antes que la calidad de su poesía. Así es muy fácil que las cosas se confundan y se líen. Y fíjate que yo no me meto en tus motivos, porque no me considero nadie para hacerlo, fundamentalmente porque los desconozco y no me interesan las cábalas. No me siento capacitada para imaginar tu motivación personal en este asunto, pero entonces tú no presupongas y difundas que el colegueo ha sido lo que ha decidido la nómina de autoras, sembrando sospechas y guardando secretos (secreto tenemos todos, y menos mal, te lo aseguro; y conste que no estoy haciendo aquí ningún elogio de la hipocresía).

La palabra escrita, sea en libro o en blog, requiere un mínimo de seriedad y de rigor, sobre todo a la hora de hacer críticas o veladas acusaciones. Y los aludidos merecemos el respeto que tú exiges para ti. Que sensibles somos todos y las palabras a todos pueden hacernos daño, en muchos niveles.

Espero haber argumentado lo suficiente para que no veas malas interpretaciones o deseos de atacarte que, créeme, no existen por mi parte. De hecho, me gusta la gente que lanza dardos y no es conformista, pero estoy segura de que hay dianas que lo merecen mucho más.

Sólo he intentado reflejar lo que las folklóricas llaman mi verdad. Gracias por hacerme reflexionar.

Ana


1 comentario:

ada dijo...

Yo no tengo nada que decir porque se malinterpretan mis palabras y es muy cansino andar una y otra vez explicándose. Sólo pido, si se puede, que no se me lapide y se me respete.

Quiero mandarte un beso, decite que te quiero mucho (al igual que a muchas de las antologadas y ellas lo saben) y espero que nos veamos pronto :)

BesosS,
ada.