MASACRE
El niño, decidido a atajar el penalti, se coloca en el centro de la portería que con dos piedras han improvisado en la calle. Para motivarse, se dice que ese balón es una mortífera bomba serbia que sólo él, un orgulloso musulmán de Sarajevo, puede desactivar. De no hacerlo, cientos de personas que viven en las casas cercanas volarán por los aires. Tras unos segundos de guerra fría en los que él y el muchacho que va a lanzar se miran a los ojos, se tira a la derecha y ve cómo el balón se cuela por el otro lado, en medio de una explosicón que los demás no oyen. El goleador corre ahora alborozado como si huyese de la onda expansiva. El pequeño guardameta, tendido en el suelo boca abajo, tiene miedo de levantarse y encontrar otra vez las aceras repletas de cadáveres.
RAFAEL CAMARASA, Feos, Editorial Denes. Calabria narrativa. Valencia, 2008
1 comentario:
Triste realidad de algo que no debería tener cabida en ningún escenario y mucho menos en el trascendental mundo de los juegos infantiles.
Un saludo
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