Casas, bolsos, poemas, fotos, vacaciones

Hablar de lo que llevan las mujeres en sus bolsos es casi un tópico, ¿no? Pero en estos días resulta especialmente significativo asomarse al contenido de mi bolso; si la semana que estuve en Mojácar me llevé el más pequeño que tengo, para que sólo me cupiera el tabaco, el móvil y unas monedas, esta semana mi bolso está lleno de cosas importantes: cheques, copias de contratos, carteles de venta de mi piso, faxes, resguardos de Correos. Se avecinan cambios: ya he visto y reservado la casa que quiero y aún tengo que vender la mía (interesados, pinchad aquí). Mierda de sociedad ésta, que te impone caminos feos para llegar a lo que te daría comodidad o calma o belleza, como si hubiera que pagar siempre una penitencia.

También llevo, para cuando ya no puedo más, para cuando quiero regresar a la cordura, los poemas de Raúl Gómez Jattin, que me pone los pies en la tierra con su locura santa, desbordada, caribeña. Estoy tardando en leerme el libro y sí, es que no quiero acabarlo.

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Me defiendo

Antes de devorarle su entraña pensativa

Antes de ofenderlo de gesto y palabra

Antes de derribarlo

Valorad al loco

Su indiscutible propensión a la poesía

Su árbol que le crece por la boca con raíces enredadas en el cielo.

El nos representa ante el mundo

con su sensibilidad dolorosa como un parto.

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RAÚL GÓMEZ JATTIN

Y hago algo de dieta, y juego con las gatas, y se me seca el jazmín, y duermo con la almohada en los pies para aprovechar la débil corriente de aire que se levanta por las noches, y veo a trozos, cuando estoy sola, porque me gusta llorar a solas, una película emocionante y muy tierna, Cerezos en flor, de la alemana Doris Dorrie. Y sueño con tener algún día un cerezo, para entender más a los japoneses y a sus haikus.

Días extraños. Días en los que tengo que encontrar hueco para ver exposiciones como la de Graciela Iturbide (arriba, una de sus fotos), antes de que el calor le ceda su reino a la rutina.

Hasta septiembre, descanso. Quiero llenar el septiembre de este blog con los poemas que he leído en los últimos meses, y necesito agosto para hacer eso y también, claro, para deleitarme en cómo mi hija se va poniendo morena junto al mar.

Un beso a todos.