Adiós Allen Ginsberg, coronado Rey de Mayo,
sentado para provocar la revolución mundial.
Adiós Timothy Leary, bondadoso padre alucinado,
viajero del Dharma y barquero del bardo,
condenado a treinta años de prisión
por posesión de dos cigarrillos de marihuana,
bailarín de todas las órbitas del éxtasis.
Adiós Aldous Huxley,
que partiste libre y ligero hacia la luz
después de que se cumpliera tu último deseo,
una inyección intravenosa de LSD-25.
Adiós Owsley, mago, alquimista, pirata químico
que pusiste tú solito y en menos de dos años
ocho millones de dosis de ácido
en las calels de la costa oeste americana.
adiós Ken Kesey, piloto de los nidos de cuco,
revoltoso cobaya
que cavilaste sobre la naturaleza de la locura
apoyado en una fregona.
Adiós Merry Pranksters,
creadores del primer transporte psiquedélico,
que recorristeis América en un viejo autobús escolar
conducido por Neal Cassady,
pintado con alegres remolinos de color y altavoces
donde atronaba rock and roll
queriendo ir siempre más allá, más allá, y que tanto
acojonásteis a Jack Kerouac
cuando fuisteis a visitarle y os preguntó
antes de salir disparado
que si erais comunistas.
Adiós Be-In de San Francisco,
adiós festivales de tripis,
adiós pasar a l otro lado
como salvajes muertos agradecidos.
Adiós Jefferson Airplane, Country Joe & The Fish,
Grateful Dead, The Doors, Steppenwolf, The Birds,
adiós música, amor, adiós a los sueños de ácido
y que vayan subiendo al escenario
todos los que ya sepan que son Dios.
ANTONIO ORIHUELA
(Que el fuego recuerde nuestros nombres, Editorial Essan, Colección Insurgentes, 2007)
sentado para provocar la revolución mundial.
Adiós Timothy Leary, bondadoso padre alucinado,
viajero del Dharma y barquero del bardo,
condenado a treinta años de prisión
por posesión de dos cigarrillos de marihuana,
bailarín de todas las órbitas del éxtasis.
Adiós Aldous Huxley,
que partiste libre y ligero hacia la luz
después de que se cumpliera tu último deseo,
una inyección intravenosa de LSD-25.
Adiós Owsley, mago, alquimista, pirata químico
que pusiste tú solito y en menos de dos años
ocho millones de dosis de ácido
en las calels de la costa oeste americana.
adiós Ken Kesey, piloto de los nidos de cuco,
revoltoso cobaya
que cavilaste sobre la naturaleza de la locura
apoyado en una fregona.
Adiós Merry Pranksters,
creadores del primer transporte psiquedélico,
que recorristeis América en un viejo autobús escolar
conducido por Neal Cassady,
pintado con alegres remolinos de color y altavoces
donde atronaba rock and roll
queriendo ir siempre más allá, más allá, y que tanto
acojonásteis a Jack Kerouac
cuando fuisteis a visitarle y os preguntó
antes de salir disparado
que si erais comunistas.
Adiós Be-In de San Francisco,
adiós festivales de tripis,
adiós pasar a l otro lado
como salvajes muertos agradecidos.
Adiós Jefferson Airplane, Country Joe & The Fish,
Grateful Dead, The Doors, Steppenwolf, The Birds,
adiós música, amor, adiós a los sueños de ácido
y que vayan subiendo al escenario
todos los que ya sepan que son Dios.
ANTONIO ORIHUELA
(Que el fuego recuerde nuestros nombres, Editorial Essan, Colección Insurgentes, 2007)
2 comentarios:
"..poque todo caerá.
Todo caerá,
todo caerá...
todo"
Enorme, Antonio, y verídico.
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