Hace un tiempo yo escribí este poema:
MI CASA
Mi casa tiene treinta metros cuadrados
vivimos en ella dos adultos
una adolescente
y una gata anciana
Mi casa es digna
Si es de dignidad de lo que hablamos
mi casa es digna
Mi casa es tan digna
como las chabolas de latas
como las casas barco
como las tiendas de refugiados
Más dignas todas ellas
que la del especulador
la del director de periódico
la del dueño del banco
Si es de dignidad de lo que hablamos:
la justicia de las palabras
-la belleza de la exactitud-
aún nos pertenece.
Y el poeta Lluís Pons Mora, después de conocer mi casa, escribió este otro poema:
PIEL
La casa de Ana mide treinta metros cuadrados,
lo cuenta en un poema, y en ella viven dos adultos,
una adolescente y una gata vieja.
Yo he tenido la suerte de vivir ese poema,
y puedo asegurar que la casa de Ana es digna,
si es de dignidad de lo que hablamos.
Puedo ofrecer mi vida como señal de que eso es cierto.
Puedo ofrecer, incluso, mi vida y la de los míos.
Porque he hecho crujir mis pasos en ella cuando amanecía,
y dormido en sus camarotes rodeado de animales y hermosas mujeres,
y he comido y bebido en cubierta antes del abordaje,
y he soplado al día siguiente contra el viento resaca infinita.
(Y algo que hubo allí me hizo sentir que no queda miedo,
y comprender que hay personas más allá de las personas,
y que el mejor lugar para enterrar tesoros es nuestra piel).
Porque esa casa navega en la ciudad en la noche,
y vuelve al mismo sitio cuando abre el metro.
Y ya no sabe hundirse, y escribe una canción que explica
que no mueren los lobos, que la Gioconda ríe,
que queda el abrazo, y compartir el abrazo,
el beso, y compartir el beso,
el trigo, y la cerveza de trigo,
y que el amor, todo el amor, que existe y desconocemos,
cabe en la mitad de espacio del espacio donde sufren
y cagan quienes nos gobiernan, nos odian, nos abusan, y
no
nos quieren.
La casa de Ana mide treinta metros cuadrados,
lo cuenta en un poema, y en ella viven dos adultos,
una adolescente y una gata vieja.
Yo he tenido la suerte de vivir ese poema,
y puedo asegurar que la casa de Ana es digna,
si es de dignidad de lo que hablamos.
Puedo ofrecer mi vida como señal de que eso es cierto.
Puedo ofrecer, incluso, mi vida y la de los míos.
Porque he hecho crujir mis pasos en ella cuando amanecía,
y dormido en sus camarotes rodeado de animales y hermosas mujeres,
y he comido y bebido en cubierta antes del abordaje,
y he soplado al día siguiente contra el viento resaca infinita.
(Y algo que hubo allí me hizo sentir que no queda miedo,
y comprender que hay personas más allá de las personas,
y que el mejor lugar para enterrar tesoros es nuestra piel).
Porque esa casa navega en la ciudad en la noche,
y vuelve al mismo sitio cuando abre el metro.
Y ya no sabe hundirse, y escribe una canción que explica
que no mueren los lobos, que la Gioconda ríe,
que queda el abrazo, y compartir el abrazo,
el beso, y compartir el beso,
el trigo, y la cerveza de trigo,
y que el amor, todo el amor, que existe y desconocemos,
cabe en la mitad de espacio del espacio donde sufren
y cagan quienes nos gobiernan, nos odian, nos abusan, y
no
nos quieren.
LLUÍS PONS MORA
(Y este poema está ahora colgado en una pared de mi casa, y cuando estoy triste o deprimida, me recuerda que el océano es grande y el sol inmisericorde, pero en cualquier momento cabe la posibilidad de avistar otro barco y compartir puerto, y esa esperanza - que no es una esperanza loca, sino fruto de la experiencia- hace que valga la pena la travesía.)
9 comentarios:
Muy hermoso, compa Ana, muy hermoso. Qué mágicas, a veces, las palabras; todo un invento...
Un abrazo.
Tu casa, lugar mágico y maravilloso, tu poesía palabras que cobran vida en cada letra, en cada minuto.
mil besos
Me ha gustado mucho esta estrada!
dos poemas cara y cruz, no, mejor cara y cara!!
Un beso guapa
La esperanza nunca es loca...Y mucho menos estando tan arropada. Un abrazo.
las paredes de vuestra casa,
la mejor editorial que pude querer
nunca.
besosmuypronto
Ll.
No recuerdo muy bien, pero me parece que leíste los dos poemas cuando estuviste en Fuenlabrada (no se si en el recital o en la caseta).
Tras las vacaciones, de nuevo en la carretera
Un besote.
Me alegra especialmente que os guste esta entrada, para mí es muy emotiva, como también lo son vuestros comentarios... Aunque la gata anciana del poema ya no esté... Besos, gracias a todos.
Llego tarde pero a mi también me ha encantado.
besazos Ana.
Dos visiones de una casa, y la descripción de un momento.
Precioso, normal que lo colgaras en la pared.
Un besazo muy grande.
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