XXII
Es el fin del paisaje. Entre bloques
de hormigón y hierro oxidado hay
una higuera con pesados frutos,
pero ni siquiera los niños van a recogerlos.
Es el fin de paisaje.
Y dentro de la carroña de un colchón podrido en el campo
permanecen los muelles como almas.
La casa donde viví se aleja,
la luz sigue encendida en la venta
para que no se oiga y tan sólo se vea.
Es el fin.
Y amar de nuevo es como el problema
de los arquitectos en una ciudad antigua: volver
a construir en lugares que ya existían,
que parezcan de eentonces aunque sean de ahora.
XXIX
La gente se va lejos para
decir: esto me recuerda otro lugar.
Es igual, se parece. Pero
conocí a un hombre que se fue a Nueva York
para suicidarse. Objetó que las casas de Jerusalén
eran demasiado bajas y le conocían.
Guardo un buen recuerdo de él, recuerdo
que me hizo salir del aulta a mitad de la clase:
"Una guapa mujer te está esperando fuera, en el jardín".
Y tranquilizó a los niños escandalosos.
Cuando pienso en la mujer y en el jardín,
lo recuerdo a él en la alta azotea
y recuerdo la soledad de su muerte y la muerte de su soledad.
(Yehuda Amijai, Detrás de todo esto se oculta una gran felicidad, Edit. La poesía, señor hidalgo, )
5 comentarios:
tan realiasta que diera la impresión de poderlo masticar... sencillamente grande... gracias, besos
Es ese tipo de poesía que, oída, parece un cuento.
Hay cuentos que, leídos, parecen poemas.
Entre ambas conjeturas de una misma función estética transita la literatura, que a veces se deja sobornar por las nomenclaturas y se arroga la terrible enfermedad de la burocracia.
Estupendo. Merci.
Ana:
Muy muy recomendable. Si.
Un beset
Viktor
Ana:
Muy muy recomendable. Si.
Un beset
Viktor
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