Un día tan feliz.
La niebla se levantó muy temprano, trabajaba en el jardín.
Los colibríes se posaban en los tréboles de cuatro hojas.
No había nada en la tierra que desease poseer.
No conocía a nadie que mereciera la pena envidiar.
Los males pasados, todos los había olvidado.
No me avergonzaba el pensamiento
de haberme convertido en quien era.
No sentía ningún dolor en el cuerpo.
Alzándome veía el mar azul y sus velas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario