Conduciendo a través del infierno
la gente está exhausta, infeliz y frustrada, la gente es
amarga y vengativa, la gente está engañada y temerosa,
la gente es iracunda y mediocre
y yo conduzco entre ellos en la autopista y ellos
proyectan lo que les han dejado de sí mismos
en su manera de conducir
algunos más odiosos, algunos más disimulados
que otros
a algunos no les gusta que los pasen, e intentan
evitar que otros los hagan.
algunos intentan bloquear los cambios de carril
algunos odian los coches más nuevos, más caros
otros en esos coches odian los coches más viejos.
la autopista es un circo de emociones
pequeñas y baratas,
es
la humanidad en movimiento, la mayoría
viniendo de un lugar que
odia
y yendo a otro lugar que odia todavía
más.
las autopistas nos enseñan en qué
nos hemos convertido y
muchos de los choques y muertes son la colisión
entre seres incompletos, entre vidas penosas
y dementes.
cuando conduzco por las autopistas veo el alma de
mi ciudad y es fea, fea, fea: los vivos han
estrangulado
su
corazón.
59 centavos el cuarto
me gusta vagar por los lugares cotidianos
y saborear a la gente
desde cierta distancia.
no los quiero demasiado cerca
porque es cuando el desgaste comienza.
pero en los supermercados
las lavanderías
los cafés
las esquinas
las paradas de autobús
los restaurantes
los kioscos
puedo mirar sus cuerpos
y sus caras
y su ropa
la manera en que caminan
o se paran
o lo que están haciendo.
soy como un aparato de rayos‐x
me gustan así
a la vista.
imagino las mejores cosas
sobre ellos.
los imagino bravos y locos
los imagino bellos.
me gusta vagar por los lugares cotidianos.
siento pena por todos nosotros o felicidad
por todos nosotros
atrapados vivos y juntos
y torpes por eso.
no hay nada mejor que nuestros
chistes
que nuestra seriedad
que nuestra estupidez
comprando medias y zanahorias y chicles
y revistas
comprando control de natalidad
caramelos
spray
y papel higiénico.
deberíamos construir una gran fogata
deberíamos felicitarnos por nuestra
resistencia
hacemos largas colas
caminamos
esperamos.
me gusta vagar por los lugares cotidianos
la gente se explica sola
y yo hago lo mismo
una mujer a las 3:35 de la tarde
pesando uvas púrpuras en una balanza
mirando la balanza muy
seriamente
ella tiene un vestido simple, verde
con un diseño de flores blancas
agarra las uvas
y las pone con cuidado dentro de una bolsa
de papel.
eso es luz suficiente
los generales y los doctores pueden matarnos
pero nosotros
hemos ganado.
(De El infierno es un lugar solitario, editorial Txalaparta, edición y traducción a cargo de Federico Ludueña.)
(Y todo, por contradictorio que parezca, todo es verdad, querido viejo).
1 comentario:
¡Enorme!
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