El blog de Ana Pérez Cañamares - poeta

miércoles, marzo 05, 2008

Cruces de fronteras, un poema de Renato Rosaldo

CRUCES DE FRONTERAS



I.

Ojos relucientes, tristeza en la piel,

me dijo que no encontraba trabajo.

En 1923, dejando la ciudad de México,

mi padre se asentó en Chicago.

Una noche soñó con Charlie Chaplin

luego conspiró con su vecino mexicano.

La próxima madrugada llegó al portón de la fábrica,

su vecino levantó un manojo de llaves,

proclamó que ya no había más plazas,

disipó la cola de hombres que esperaban.

Mi padre asumió el empleo: pintor con atomizador.

Iba a la mitad de su carrera en México, pero

le faltaba civismo

e historia de Estados Unidos, tuvo que volver

a la preparatoria.

Su acento se fundó en el inglés de radio.S

e deslizó hacia el sur, a la universidad,

se casó con una mujer de Illinois,

empezó a enseñar el amor de su juventud--

literatura mexicana.


II.

Años después, Papá me compró un perrito,

le puso de nombre Chico,

pero a los ocho días se puso patas arriba,

gemía y vomitaba.

Papá le llevó volando al veterinario,

regresó a casa esa tarde,

exitoso, se cayó sobre el sofá

se reía sin poder parar.

Empezó a reír lágrimas,

brotaron sus palabras sin aliento,

clínica inmaculada...enfermera blanca

almidonada...

un formulario...nombre del paciente, fecha de

nacimiento ¡de un perro!


III.

Río arenoso que corre rápido. Hombres

llevaron nuestro coche con sogas,

verano en México, una carretera nueva, sin

puentes.

La madre de mi papá, Mamá Emilia, abrazaba

a mi hermano, recién nacido,

mierda corrió por su pierna, agua subió

por sus pantorrillas.

Papá dijo, ¿No dijiste que te encantaban las

aventuras?

Ella dijo, Nunca dije que era Cristóbal Colón.

Al enseñar en una escuela de verano para

gringos

se convirtió en la cultura mexicana,

luego se tradujo otra vez al inglés,

contó de la cabeza de un héroe, clavada en el

rincón,

la manera precisa de pescar con redes de

mariposa,

el significado de siete juncos en el calendario azteca.


IV.L

legó a ser director del departamento.

Su cargo creció, se encogió su risa.

Mi hermano murió de repente. Mamá Emilia

se desmayó dentro del dolor de mi padre.

El se bamboleaba a la orilla de la sepultura,

vibró con ganas de cambiar su vida por la de

su hijo.

Sentado en casa, se levantaron sus rodillas.

Temblaban.

Tres colegas blancos le rodeaban como

tiburones,

Ama a la cultura que estudias,

pero no dejes que un mexicano se encargue

de nada.

Llamaron a sus amigos de la derecha dura.

Nunca recuperó, perdió la plaza,

y sufrió embolia tras embolia.

Hablaba de su abuela, Mamá Meche,

brillaban sus ojos, luego se amortiguaron.

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