Hay un pueblo solitario en el que los días de lluvia
pasean los fantasmas de escrombreras que fueron.
Allí son metódicas las tristezas,
nadie lava las culpas del vecino,
cada uno mira sólo sus arterias
y bombea
bombea,
bombea pena.
En las paredes losniños escriben el fin del mundo
con buena caligrafía
y los viejos arreglan su casa ignorando
la advertencia de la carcoma.
Hay nombre que olvidé
en el limbo de sus calles
pero a veces regresan como astilla entre las uñas
para hacerme hablar de cosas que no sé.
Hay un pueblo con tabernas vacías
y relojes con fiebre:
el tiempo de los vivos
confunde la brújula con los caminos.
Todo hombre es un extravío
entre lo que fue y lo que quiso ser.
José Manuel Trabado
1 comentario:
En la hendidura del grito, allí donde la voz ya se apaga, un rescoldo de rabia que como carbunclo en la noche parpadea nos da noticia del daño, escribe en la piel ese abrasado día de la resistencia y del percance.
Un poema magnífico, una canción para guitarras sin pudor.
Tu Viktor
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