YO AMÉ A UN MUCHACHO COMUNISTA
Si amas sin despertar amor,
(...) tu amor es impotente,
una desgracia.
Karl Marx
No tengo pocos años, pero tampoco demasiados.
La edad perfecta, dice el recuerdo,
para empezar a escribir frases subordinadas.
Yo amé a un muchacho comunista
en aquellos años en que Marcelo Mastroianni huía a Rusia
y La Mangano ocultaba el dolor
entre el guipur de una estilosa camisa blanca.
Entonces era el tiempo de las reinas del baile.
Todas querían ser guapas y enseñar en los recreos
el botín de guerra de las tardes de discoteca.
Yo, en cambio, quería al héroe.
Ese chico de ojos horizontales y profundos
que hacía cola para ver películas subtituladas
en cines que nunca olerían a palomitas,
mientras hablaba de huelgas de estudiantes.
¿Cuántos minutos habrán pasado desde aquel "llámame luego"
en clase de filosofía?
Quizás logre descubrirlo si le saco brillo
a la fecha de caducidad de los espejos
o a un teléfono limpio de nicotina
que me habla de ese chico miope
que le entregó la voz a muchas noches de vodka
y cigarrillos rubios.
Lo anuncia como un poeta y me pregunta
por qué sigo sin fumar.
Podría haber pensado una respuesta fácil,
pero la conjugación del recuerdo es una ecuación de segundo grado
y yo siempre fui de letras para las cosas del amor.
3 comentarios:
Muy bueno Sonia, gracias Ana por hacermelo leer, me ha provocado una rica torrentera memoriosa
Qu� preciosidad. Lo he le�do y en el recuerdo le he puesto cara al muchacho y a la muchacha.
Salir corriendo del instituto, leer p�ginas de filosof�a, la de Historia, que fumaba con elegancia, el de Sociales, que gritaba cuando trataba ciertos temas, las primeras discotecas (el cerco de los vasos de tubo en las mesas), el cesped de los parques...
Un saludo.
Me alegra mucho que os guste.
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