Estoy deseando que aparezca este libro: Reparación, de C.K. Williams, en Bartleby.
Entre tanto, leo esto en el blog de Santos Domínguez, En un bosque extranjero:
"Poeta y traductor de Sófocles, Ponge o Zagajewski, los poemas de C. K. Williams, son el resultado de un lento proceso de maduración en el que cada texto adquiere una música propia:
La cosa más interesante que se puede decir de un poema es que no existe hasta que no tiene su música. Cada poema tiene una música. Y hasta que no la tiene, no es un poema.
Un ritmo que - como señala Jaime Priede en su prólogo- se apoya en la medida, pero es también imagen y sentido, visión del mundo".
Esto es algo que ya sospechaba, pero encontrármelo tan bien explicado, tan claramente dicho, tiene tintes de revelación. Hay una música de las palabras -como se pudo comprobar ayer también escuchando a poetas como Quique Falcón, como José María Argüez, por ejemplo- pero hay otra música que es imagen, sentido, visión del mundo. Y es por eso por lo que se puede leer poemas traducidos de otras lenguas y que, a pesar de que las palabras, las medidas hayan cambiado, pueda seguir sintiéndose un ritmo, una música que perviven en el viaje de una lengua a otra.
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