Pues sí, el punto de la entrada anterior era un punto y seguido. Porque hoy quisiera recomendar, a propósito del mismo tema, la entrada de Clifor en su blog Una ciudad llamada perdición; la de José Ángel Barrueco en Escrito en el viento; la del propio David en El amigo de lo adverso; la de Fernando Sarriá; y las que Andrés Kebran le dedica en El Kebrantaversos.
Y colgar este poema de David:
LOS CENSORES
mientras leo que
en el real monasterio
de san lorenzo
de el escorila
había una sección concreta
de libros prohibidos
que para evitar
que alguien
pudiera leerlos
había sido
cosidos
la imagen que me viene
la visión poética
si se puede decir así
es la de unas manos
agujas de verdugado
hilo de bramante
y los labios
de cualquiera de nosotros
(de su libro Algo que declarar - Poesía de no ficción, publicado por Bartleby Editores)
1 comentario:
Leí hace un tiempo el poemario de David Gonzalez.
Y se por Angelines (mujer de Antonio Gamoneda) que es como escribe, sin amagos, sin parafernalias, tal cual de bravo, sentido, sensible, claro, cercano.
La anécdota es simpática. Sin saberlo iban en el mismo tren Gamo y Gonzalez. Cuándo este se percató de la presencia del poeta leonés se acerco y se presentó. Así, en la velocidad inapreciable de la vida y del tren, casualmente (La vida es cálculo y azar) se conocieron. Creo que Gamo le propuso enviarle algún libro suyo a David, quien con sencillez y entusiasmo respondía que no hacia falta, porque tenía toda su obra.
Bueno, lo cierto es que leer poesía, cuando esta respira, camina y te saluda tan briosa y transparentemente es un lujo. Lujo que se moja y significa siempre en favor de los desatendidos, los derrotados, la gente más estigmatizada o desprotegida, más vulnerable y cuestionada por la ortodoxia culta, judicial, moralista.
Bien, pués, por esta ventana al gijonudo poeta.
Abrazos
Vuestro Viktor
P.D.: ¿sería posible publicar algún poema de Ana Pérez Cañamares en mi blog?
En caso afortunadamente afirmativo, enviarlo al correo viktormari@gamil.com
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