El blog de Ana Pérez Cañamares - poeta

miércoles, abril 11, 2007

Las poetas suicidas

Empecé a leer a Sylvia Plath hace muchos años, cuando un novio mío que era inglés me regaló Ariel en su idioma original. El amor y la osadía me hicieron ponerme a traducir los poemas. Me deslumbraron, como deslumbra un relámpago en medio de la oscuridad, sus versos cruzados por la locura, la muerte, el amor.
Poco después alguien me regaló una edición bilingüe, que ha sobrevivido a mudanzas y otros avatares que les suceden a los libros. Como durante años relegué la lectura de poesía a un rato antes de irme a la cama, y me he dedicado sobre todo a la prosa, no había vuelto a leerlo. Pero ahora que sólo leo poesía -es que soy obsesiva y pasional-, recién terminado el libro de Tonino Guerra en días de vacaciones, con todas las librerías y bibliotecas cerradas, he vuelto a releer Ariel. Y ahora que soy mayor, que soy madre, que he conocido el insomnio y la tristeza, ahora me ha impresionado todavía más. Ahora creo entender la fuerza que impulsó a esta mujer a escribir en medio de todo su dolor. Y admiro, y casi temo, esa fuerza.
Y a propósito de esta lectura recobrada, cuelgo este poema que escribí hace unos meses.

HERENCIA

Las poetas suicidas me llaman.
Yo no las escucho.

Come fruta, me digo,
vigila los deberes de tu hija,
recuerda la fecha en que vivimos,
repasa tu nómina,
no olvides la cita del ginecólogo.
A veces hago caso a la madre muerta que enterré en mí.
Otras me tumbo en las orillas de los ríos que os tragaron
y el sueño me evita
y la oscuridad se adensa a mi alrededor
como una mermelada irrespirable.

Os acercáis, pero yo
no os oigo. Aprieto los dedos sobre los oídos,
me agarro a los barrotes que me sostienen.
No sé planchar, pero hoy es quince de septiembre,
cada tres días llamo a mi padre y le pregunto qué ha comido,
aunque confieso que sin ningún sentimiento.

No oigo voces, aunque la mía, a veces,
suena insistente,
como la radio que sube por los patios.

No os voy a escuchar.
Quizá estáis calladas,
y es sólo esa mezcla de vanidad y homenaje que me enajena
lo que hace que os confunda con el silencio.
No importa.
Cada una de vuestras muertes
dio a luz una palabra
y de momento recuerdo dejar mi locura
doblada junto a la ropa
cada vez que me sumerjo en el agua,
en la noche
o en uno de vuestros versos

18 comentarios:

beatus_ille dijo...

me gusta esa inspiración profunda tuya que nace de otros inspirados

bss!!

Kebran dijo...

este es un poema tuyo, eres una máquina ANA. una cosa, de suicidas nada, NADIE va a poder contigo, conmigo con todos, vamos a quemar nuestra identidad, no somos un numero, somos almas, y eso es intocable, un fuerte abrazo a una poeta de verdad.

Anónimo dijo...

La parte más literaria de nosotros, creativa y pasional, busca siempre suicidarse, supongo que la muerte tiene para ella, digamos, "cierta poética", pues nada sabe del mundo o la vida salvo lo que le dictan las musas. Suerte que luego, además, nos quedan el trabajo, los hijos y padres, los amigos y las facturas por pagar...

Un saludo, Ana.

SONIA FIDES dijo...

Ana, bárbaro este "homenaje" a las grandes "mujeres imperfectas". A mí también me fascinan los suicidas, porque saben seducir a los calendarios hasta consiguir que trabajen para ellos.

"Otras me tumbo en las orillas de los ríos que os tragaron
y el sueño me evita
y la oscuridad se adensa a mi alrededor
como una mermelada irrespirable"...

Estos versos son la pera frita por eso tengo la certeza de que los tomaré como epígrafe( citando a la fuente y siempre que tu me des tu permiso, claro) en alguno de mis próximos poemas, si es que llegan, en homenaje a esta poeta valiente que eres.

Un abrazo.

Sonia.

Anónimo dijo...

Ana eres la hostia.

Un beso, Miriam G.

Anónimo dijo...

Tu poema me gustó.

He escrito varios poemas sobre Sylvia Plath uno de ellos es este:

¡ich ich!

!llora!
muérdete los labios hasta hacerlos sangrar
luego traga la sangre con sabor a naranja
mírate en la luna, moneda romana,
puta del firmamento
hueles a sudor, a tristeza,
pariste dos criaturas como tú,
como tú morirán solas
una fila de negros cipreses coserán sus párpados

!Ay Sylvia!
vuelves, siempre vuelves con la música
vuelves con las manchas de humedad de la pared
vuelves de la mano de alguien que te recuerda
que te escribe, te grita, te pide ayuda, te busca

sí te busca,
como se busca el amor
como se busca la boca del ser amado

¡ich, ich! el hipo de tu lloro asusta a los niños
ellos están sucios,
juegan en el suelo con una cucaracha
la pequeña no ha dejado de llorar, está histérica
en la cara dos surcos de lágrimas secas, arte, arte viviente

te pienso tirada como una figura del belén

Aprieta tu mano contra la nada
aprieta tu pecho contra el espejo,
así fuerte... , tan fuerte como puedas
abraza a tus hijos y arrójalos a la vida
que tú estás cansada de amar en el vacío
cansada de regar flores de plástico
de soplar la tarta de cumpleaños

el tiempo nos escupe una vez más
tu nombre Sylvia,
tu nombre de soplido de viento
tu nombre de vuelo de abeja, de miel,
de falda hasta la rodilla, de escaleras con poca luz
de ladrillo macizo, de frío, de humedad.

Alguien te vio salir cubierta por una manta
atada a una camilla,
en un furgón te llevaron por una calle en blanco y negro

Sí Sylvia, los niños se tomaron la leche
alguien los sacó de su habitación
estaban en pijama, querían ir a tu lado

...

que otro lo continúe

FIN FINITO

C.A. Makkkafu

Marta Sanuy dijo...

Hola Ana, estoy en Madrid, ya supongo que no tienes tiempo pero quizá si y podamos tomarnos el café pendiente. Estaré hasta mañana.

Ahora le propongo también a Jesús, Sonia desde sus jardines ya me ha dado calabazas.

No tenemos profesor de poesía en la escuela y me encantaría que lo comentásemos y te apeteciera.

besicos

656869388

beatus_ille dijo...

por lo tanto estoy en jardines colgantes

jajaja

un beso y pasadlo bien si os tomáis ese café, seguro que no paráis de cotorrear, jajaja, envidiosa estoy, jeje

Anónimo dijo...

Y este otro:

Se quedaron muchas cosas sin decir
el poema de la mesa de la cocina
escrito en un papel manchado de grasa
mientras las patatas chistaban en el aceite
hablaba sobre los gritos de la niña mocosa,
del vómito reseco en su delantal
de las piernecitas sucias,
de las lágrimas marcando un camino por la mejilla
del olor a gas,
del vecino coleccionista de sellos

Se quedó la luna por salir
talluda, blanca, exprimida por los ojos de la lechuza
tu marido parado en la autopista frente a una luz gris
la lechuza confundiéndole con un poste
tu poema muriendo en uno de sus bolsillos
y en el otro un pañuelo manchado de carmín.

Se quedaron las palabras por los caminos del parque
el Rey Sol murió oliendo a polvos de talco
como el culito de tu bebé que tanto amabas
la partera te lo ofreció como sacrificio al dios Rahma

Marylin te dio con la barita mágica en la cabeza
tu madre colocó en tu garganta una estrella de cianuro
tu padre pisoteó tus 8 años
de mayor deseaste amarlo bajo la ventana
deseaste atusar su rojo cabello de bistec ardiendo
como si se tratara de un caballo recién domesticado
pero él no estaba Sylvia
a cambio tuviste las bugambillas
las sábanas con olor a Lavanda
las incansables abejas en los panales
la niebla en el patio trasero
el té helado

No pudiste con todo

Al amanecer,
((cuando el mar lloraba su hambre de sal
(su huella Thed la vio sobre tu piel)
cuando los árboles eran gárgolas de sabia que escupían nombres verbos y adjetivos
y las mariposas monarcas migraban al sur))
tú escribías

escribías cuando los niños dormían
y la niebla llegaba cansada hasta la puerta de casa

Un 11 de abril lluvioso
mientras que el conejo miraba los nudillos de Thed
pulcramente pusieron tu cuerpo de 30 años en el ataúd
¿quién se quedó el vestido que luciste en la fiesta de graduación?

Quisiste hacer todo perfecto:
los pasteles de manzana,
los poemas,
el amor,
el matrimonio
perfecta Peggy Sue

Interminables los paseos por la casa mientras tu marido estaba con ella,
en tu vientre de camposanto crecieron dos hijos
dos bulbos de tulipán plantados en el humus de tu tristeza

La campana de cristal no protege

No pudiste con todo

Arriba el suave mordisco del amor
Abajo el tijeretazo final del "corten"

Arriba la linterna mágica, Chaplin bailando
Abajo la resaca de la gran ola

Arriba el aliento de un "te quiero"
Abajo el arrugado parte de defunción

Se quedaron muchas cosas sin decir
La temperatura de la leche fue la adecuada
Llovió
Billy Gates era un niño
Thed destruyó tu último diario para ocultar a tus hijos una de las verdades
nunca más volvió a conducir de noche bajo los efectos de la mirada de la lechuza
el pañuelo manchado de carmín acabó colgado de una rama a la orilla del río

Llovió e hizo sol
Los árboles cayeron uno tras otro y ninguno lo arrastró
Thed murió en su cama,
su cara quedó tan dulce como una madalena recién horneada

Quedaron tantas y tantas palabras sin nombrar
la tetera silvó tu nombre, te llamó, te nombró
las cocinas son tuyas, son tuyos los pañuelos, los bolsillos, los desiertos y las garzas
son tuyas las palabras de los árboles, de las lechuzas, de los locos poetas, de las piedras
de Bambi y Tambor,
¿ves? Tambor te aplaude y Bambi salta el macizo en flor

No nos protege la campana de cristal
nada nos protege del fuego
sin piel caminamos los días y las noches
aprendemos a desamar
nos enseñan a echar la carne al aceite ardiendo
!pero quema tanto!
!es tan doloroso que se te queme el amor!

Alguien puso un clavo en el bolsillo de la chaqueta del difunto
para que las cenizas le devolvieran algo sólido a lo que aferrarse.

FIN FINITO

Jesús Alonso dijo...

Muy bueno el poema Ana, pero creo que el suicido no aporta nada a la poesía de los poetas suicidas, no los hace ni mejores ni peores, el suicidio y los suicidas están sobrevalorados. Suicidarse es una decisión más, eso sí, si sale bien definitiva; un recurso que que se agradece que exista, pero que es mejor no tener que utilizar, como el cartón de vino Sabin que alguien compró para una fiesta por si se acababa el bueno.

Anónimo dijo...

Me encanta. Quizás porque en mí también habita la conrtadicción y nunca he sabido explicarlo.

Anónimo dijo...

La tristeza como cualquier otro sentimiento, la ira o la alegría, hay que saberla dosificar. Dejarse llevar por ella un tiempo ilimitado, sería un efecto similar a que alguien no dejase de reir o estuviese siempre iracundo.
Es dificil, pero no imposible. No hay que decir NO a los sentimientos, pero hay que saber reconocerlos cuando nos embriagan y ponerles íntimamente límites aceptables y razonables.

Enrique Ortiz dijo...

Magnífico, Ana, me gusta, mucho, tiene fuerza. Un abrazo.

Ana Pérez Cañamares dijo...

Gracias, Sonia, Andrés, Javi, Jimena-Sonia ("bárbaro" tu homenaje, me gusta lo de las mujeres imperfectas y la expresión "la pera frita"; tienes mi permiso para lo que quieras), Miriam, Makkkafu (gracias especiales por los poemas: algunas imágenes son bestiales, me dejaron temblando; qué valiente, meterte en ese lugar tan a fondo), Jesús (entiendo que el suicidio no aporta a la literatura, y no me gusta más o leo mejor a un poeta por ser suicida, entiendo que el suicidio está sobrevalorado, pero como dice Child in time, en mí habita la contradicción -admiración, repulsión, morbo, pánico, atracción, etc....- y este poema es lo más que puedo explicar sobre el asunto), Magda (coincido contigo: la primera vez que alguien me dijo que los sentimientos están sobrevalorados y hay que tenerlos en cuentra ENTRE otras cosas, me caí de la moto; aunque a veces la tristeza se hace vicio, enfermedad, aflicción) y Enrique. Besos para todos

Francisco Ortiz dijo...

Pues me impresionas: un poema magnífico, con un verso inmpresionante, "A veces hago caso a la madre muerta que enterré en mí.", absolutamente impresionante. Te felicito con todo el entusiasmo posible. Un abrazo.

Ana Pérez Cañamares dijo...

!Gracias, Francisco! Me emociona mucho lo que me dices.

Anónimo dijo...

She In the garden…

Amigos (extraños desconocidos) decidí escribirles, porque no me siento, pero no espero sus llamadas, y ni siquiera un PUTO pensamiento, hace tiempo no espero nada, hace tiempo espero lo imposible, fin de semana trágico, fin de semana de drogas y alcohol, fin de semana de desilusión, en donde el cuento se acabo…(pero para este si tengo un final). Hace tiempo no me sentía así...TAN VIVO PERO TAN MUERTO, mi cuerpo hoy alberga sentidos donde nunca creí tenerlos, cada célula, cada parpadeo o bostezo hablan y por mucho que quiera NO LOGRO CALLARLOS, MIS LAGRIMAS PESAN, DESGARRAN Y MI VOZ NO SOPORTA, SOY UN DIQUE DE SANGRE QUEBRADO, INCONTENIBLEMENTE LOCO…
CADA DIA CUESTA MÁS, TANTO COMO LA LIMOSNA O COMO EL PAN,
CADA DIA OTRO ¿Por qué? MILLONES Y VAN…
ALUVIONES DE PENA HACEN QUE MI EXISTENCIA SE VEA TENTADA A LA NADA…PERO AUN ASI DEBO SEGUIR CON ESTA GUERRA QUE NO tiene huellas
GENTE NO LEAN ESTAS LINEAS COMO ALGO GRIS O MEZQUINO, SINO COMO UNA BATALLA PURAMENTE RACIONAL EN DONDE TRIUNFO LA DUDA Y EL DESCONCIERTO
AY ¿Qué SERA DE MI? PRINCIPE Y MENDIGO, LADRON Y POLICIA, BOSTEZOS EN LA MADRUGADA MIENTRAS EL DIA SE ARMA DE PACIENCIA PARA SER

Las calles vacías anuncian su presagio de lluvia, mientras el viento zonzo no sabe donde ir o huir, ¿Quién demonios oye los ecos de un hombre mudo, dios?
Sentado mirando al vacío, la brisa puebla mis ojos y me es inevitable no llorar (llorarte), siento que caigo, siento no poder más,
Las calles pasan angostas por mis ojos, mientras mis patas van arañando lo inexacto,
Anda poeta vuela,
Despídete de noches de pesadillas,
Despídete del martirio de existir,
Grita grito trémulo de la congoja, grita tan hondo que ni siquiera dios se niegue a oír…
Venga invierno arrecia mi alma, venga libérame de esta pena
Solos en la noche, perturbados por el silencio que dejo el ocaso, por si acaso la inocencia se volvió diablo, y su ausencia presencia, whiskyes por doquier inundando la ciudad de ese aroma raro, rancio.
Y yo ya no estoy, mi sombra marcho,
Y yo ya no estoy, mi voz se apago…
Destellos de magia corriéndole a la noche,
Destellos de cielo Machacándose en el suelo,
Alma de luna rota, POETA miserable marioneta de los sin voz, VOS…

zUmO dE pOeSíA (emilia, aitor y cía.) dijo...

Colgué tu poema en mi blog, para que lo lea más gente. Felicidades y un saludo.

Emilia Alarcón