El blog de Ana Pérez Cañamares - poeta

martes, marzo 20, 2007

Poemas de Carl Sandburg

Transcribo otros poemas de Carl Sandburg que he encontrado en la red, todos ellos traducidos por Miguel Martínez-Lage:

ESTILO

Estilo, sí: adelante, hablad del estilo.
Es fácil saber de dónde saca un hombre su estilo,
como fácil es saber de dónde saca la Pavlova sus
piernas
o Ty Cobb el ojo con que mira al batear.

Que sigan hablando.
Eso sí: a mí que no me quiten mi estilo.
Es mi rostro.
Tal vez no sirva para nada,
pero es de todas formas mi rostro.
Hablo con él, canto con él, gusto y siento con él.
Sé por qué quiero conservalo.

Matad mi estilo
y le partiréis las piernas a la Pavlova,
y cegaréis el ojo con que mira Ty Cobb al
batear.

ELIGE

Un solo puño cerrado está en lo alto, listo,
si no, la mano abierta, tendida, a la espera, con su pregunta.
Elige:
nos hemos de encontrar en uno o en otra.

LEALTADES

Polvo amarillo
en el ala de un abejorro,
luces grises en los ojos
de una mujer que pregunta,
rojas ruinas a la luz cambiante
de los rescoldos del crepúsculo:
os tomo y amontono
los recuerdos.
La muerte ha de romperse las garras
en algunos a los que guardo.

Y OBEDECEN

Aplastad las ciudades.
Haced añicos las murallas.
Destrozad fábricas y catedrales, almacenes y hogares;
apiladlos como caigan, entre escombros y madera
renegrida y quemada:
sois soldados y os lo hemos ordenado.

Construid las ciudades.
Levantad de nuevo las murallas.
Reparad fábricas y catedrales, almacenes y hogares;
adpiladlos en fora de edificios para la vida y el trabajo:
sois obreros y ciudadanos todo, y os lo hemos
ordenado.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

El estilo, la voz, esa voz que viene de tantas y tantas voces anteriores; tantas y al mismo tiempo, unas sobre otras, desfigurándose, hasta confluir en una nueva y sola voz; tu voz; tu estilo.


Un saludo, Ana.

Anónimo dijo...

Me han gustado mucho Ana, gracias. El primero el que más.

Un beso, Miriam G.

Ana Pérez Cañamares dijo...

Sí, ¿verdad? El del estilo me gusta mucho. Dan ganas de tatuárselo, o de hacerse camisetas.

Fernando dijo...

Buenos..quizás me quedo con el de Lealtades..el problema con la poesía traducida, yo no sé otro idioma bien por cierto, pero se pierde a veces el aroma de la palabra...según sea el traductor queda lo que lees...un beso y ya es primavera!...LUZ con mayusculas.

Enrique Ortiz dijo...

Me gusta lo que hace con los imperativos, (es como una oración, como un rezo), quitándole el mandato. Gracias, Ana.

Leo Zelada dijo...

A mi tambièn me gusta mas el de lealtades.

Dicen que traducir es traicionar, mas sin la traducciòn no conoceriamos la literatura mas alla de la lengua castellana.

Ana Pérez Cañamares dijo...

A mí no me preocupa mucho si la poesía es traducida o no. Cuando un autor me interesa, confío en que el sentido me llegue, gracias o a pesar del traductor, gracias o a pesar del propio escritor, gracias o a pesar de mi capacidad como lectora. Si me llega algo, bien, si no, lo dejo. Por eso me gusta cada vez más la sencillez, porque hay menos "intermediarios" entre el sentido y yo. Pero de todas formas, hay que resignarse: uno, como lector, siempre está interpretando, construyendo significados. Incluso con la poesía en nuestro propio idioma, cada palabra, cada frase, cada verso, tiene distintas capas, reverberaciones. Y luego el lector le suma impresiones, recuerdos, emociones, sentidos. Por eso un poema no es lo mismo para nadie, ni para su autor, ni para sus traductores, ni para sus posibles lectores. Al escribir se busca la precisión, pero somos nuestros primeros traductores, y entonces hay que dejar el resto en manos del misterio. O eso creo.