LAS LESIONES DEL ALMA
Convalecientes de un ataque de tristeza,
veíamos partidos de fútbol
en la tele, uno tras otro.
La liga, la copa, primera, segunda división,
finales, amistosos, nos daba lo mismo.
La antena estaba rota,
y los jugadores hacían pases entrecortados,
como palabras entre lágrimas.
Parecíamos hooligans en arresto domiciliario,
bebiendo cerveza y encendiendo cigarros
en vez de bengalas.
Yo tanteaba mis conocimientos recientes,
tú dabas clases magistrales,
y a veces me enfadaba si tus explicaciones
tenía aire de suficiencia.
Metíamos los goles,
nuestros ojos seguían la pelota como sus piernas
y al menos aquellas patadas no nos dolían.
Sólo pedíamos el fulgor repentino
de una buena jugada,
la recompensa de una tarjeta concecida,
y sobre todo,
sobre todo,
que fueran otros los que hicieran de la guerra
una metáfora inocua.
5 comentarios:
Ana, qué maravilla, a ver si me das permiso para enchufarlo en el blog. Un abrazo.
Permiso concedido (como la tarjeta del poema).
Fíjate, dudé si colgarlo, no sé si es un buen poema, pero le tengo cariño.
Qué bueno: cómo admiro a los que contáis cosas cotidianas con este buen hacer, de esta manera tan real y -si me permites- tan útil. Un abrazo.
Cada tiempo tiene sus circos...
Francisco, ¿útil? Me deja pensativa, sí, creo que me gusta... ! Desde luego muy útil para mí! Me alegra saludarte.
Javier, sí, la vida es dura y los circos necesarios. El problema, creo yo, es para los que creen que todo es circo, o hacen del circo todo, ¿no?
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