El blog de Ana Pérez Cañamares - poeta

domingo, enero 07, 2007

Azar made in Auster

Hace unos días, en el blog de mi amigo José Ángel Barrueco, Escrito en el viento, leí un fragmento de una entrevista con Rodrigo Fresán, del que tengo su libro La velocidad de las cosas esperando turno en la mesilla -soy una lectora confesamente lenta. Más que lenta, traidora y desperdigada.
La entrevista que dio Fresán al diario El Mercurio es muy interesante toda ella. Pero me llamó la atención este fragmento; quienes sigan este blog entenderán por qué:

-Dijiste que Paul Auster es "como la Coca Cola". ¿Cuánto hay de elogio y cuánto de ironía en eso?
- Mitad y mitad. Auster me parece un gran narrador, pero no es un gran escritor. Es decir: maneja los resortes de tramas imposibles - a menudo inverosímiles fuera de sus libros- con mano experta. Difícil dejar de leer cualquiera de sus novelas. Pero, al mismo tiempo, mientras las lees, por lo menos en mi caso, siento que me están vendiendo, no diría gato por liebre, pero sí conejo por liebre. He sentido esto más que nunca en su reciente y autohomenajeante Travels in the Scriptorium. Para mí, lo mejor de Auster no está en sus libros (aunque siento admiración por La invención de la soledad y Leviatán), sino en su guión para el film "Smoke".

Joder, si mirais unas entradas más abajo, encontrareis una opinión parecida sobre Auster (cuando hice recuento de los libros de Auster que me gustan, olvidé La invención de la soledad); idéntica en lo que respecta a Smoke. No puedo estar más de acuerdo con Fresán. Si mi opinión sobre Auster sugiere otra cosa, esto sólo es achacable a que Fresán se expresa muchísimo mejor que yo.
Al propio Auster le gustaría esta casualidad; a mí me hizo reír (y no ocultaré el regustillo interno al coincidir con alguien a quien admiro simplemente, y nada menos, por los artículos que ha escrito sobre Cheever, que son todo lo que he leído salido de las manos de Fresán).

5 comentarios:

Enrique Ortiz dijo...

Totalmente de acuerdo con Fresán, que no debes perderte, Ana; ni la velocidad de las cosas, ni historia argentina, que estaba en Anagrama. Te va a encantar. Un saludo.

Anónimo dijo...

Yo no podría vivir sin Auster, le adoro sin más, pero calro ahora que lo pienso yo me llamo Casualidad ;-)

http://www.manzanasazules.com/foro/profile.php?mode=viewprofile&u=3

Anónimo dijo...

Esa sensación que dice Fresán que tiene con los libros de Auster, también la he tenido yo, claramente, pero sólo con algunos de ellos. Cuando me pasó, por ejemplo con La noche del oráculo, lo que pensé no era que nos estuviesen tratando de vender coca-cola, pero algo muy parecido: que Auster ya estaba haciendo de Paul Auster. La anterior, por ejemplo, El libro de las ilusiones, me había encantado. Quizá es que Auster ya es tan famoso que se ha vuelto demasiado consciente de sí mismo y de lo que gusta de él. Y eso puede ser un problema para cualquier artista. Brooklyn Follies se alejaba un poco de eso, aunque no termina de ser bueno.

En cuanto a si lo mejor de un escritor es una película... también opinan algunos que lo mejor es la adaptación a cómic de la Ciudad de cristal. Pero yo me quedo con los libros. La trilogía de Nueva York, por ejemplo, de la que sale ésta novela corta, me encanta.

Ana Pérez Cañamares dijo...

Puede que tengas razón, Beatriz, enlo de que Paul Auster sea demasiado consciente de la marca Auster. En cualquier caso, eso me parece imperdonable para un artista. Y no es el único camino posible, a no ser que lo hagas de forma inconsciente o que tus intereses sean otros, fuera del arte.
El problema con Auster es que da como cosilla hablar mal de él, ¿no? Porque a todos nos ha hecho pasar buenos ratos, y porque lo que puede decirse de algunos de sus libros otros lo desmienten. A mí me inquieta su necesidad de ser tan prolífico. Pocos escritores serían capaces de sostener una producción tan grande y no caer en la mediocridad.

Miguel Ángel Muñoz dijo...

Hola, Ana. Es el primer comentario que te dejo. Un saludo. SOy un fan de Auster pero no un fan-ático -los fans que se tiran desde la última planta de el edificio- y con él me ocurre como con Woody Allen. Sé en ambos que sus últimas películas no están a niveles anteriores, pero no falto a la cita con ellos, porque saben engañarme, y el arte siempre ha sido eso, también, engaño.
Es cierta la sensación de la que hablar Fresán, pero es tan grande la arquitectura juguetona que Auster crea en sus novelas que es imposible darle un final plausible. Cualquier truco de magia, si se excede en el tiempo o se mira tras el escenario del mago, provoca decepción. A Auster, su espectáculo, hay que verlo desde la platea, y aplaudir, y perdonarle ciertos gajes y despistes de la edad al tirar de las orejas del conejo fuera de la chistera.
En todo caso, creo que Fresán con lo de Smoke no hace sino lanzar al airte una boutade total. Es muy típico de los grandes artistas que luego se piense que lo mejor de ellos es un libro menor, finito, desconocido, un guión, un esbozo póstumo, etc, etc. Auster es mucho Auster y quien haya leído con pasión y sin prejuicios -y antes de la marea de la fama de ahora, cuando pocos lo leíamos, o al menos no tantos como ahora- Leviatán o El palacio de la luna, sabe perfectamente que esas obras no serán nunca olvidadas.
Un saludo y enhorabuena por tu blog.