El hombre desconocido
salta en su asiento,
agita en el aire la bufanda
como un estandarte medieval.
A la hora del gol,
mientras los jugadores se abrazan
en una esquina del campo,
borrachos como soldados de permiso,
busco la mirada del hombre desconocido
y mi voz y la suya se elevan
bajo la luz de los focos.
Dentro de mí, en la sala de interrogatorios,
frente a otra luz cegadora,
el policía bueno me felicita
por el gol de mi equipo;
el policía malo me mira de reojo,
desconfía de mi alegría:
soy sospechosa del delito de fingida inocencia.
4 comentarios:
sí, las voces se elevan bajo la luz de los focos; me gusta mucho esto.
A mí la última frase:
"Sospechosa del délito de fingida inocencia" mmmm, evocador!!
¿Donde está la preciosa entrada de ayer?
Un beso, Miriam G.
Gracias, Miriam. Te juro que no sé qué hice ayer con el blog, pero lo descuajeringué de arriba a abajo. Para intentar recomponerlo, perdí la entrada y los blogs recomendados... En fin, que aprende una a ciegas y así se pega un tortazo de vez en cuando. Esta tarde volveré a colgar la entrada de ayer. Un beso
Publicar un comentario