Recuperar la voz. Encontrarla, como el billete olvidado en el abrigo del invierno anterior. Encontrarla en un lugar diferente, como un bar nuevo donde antes había un local vacío. Probar los nuevos tonos, limar las carrasperas, asustarse de lo dicho, corregirse y volver a empezar. Escuchar las respuestas. Sentirse vulnerable, expuesta, y luego replegarse. Me doy la bienvenida a una fiesta llena de gente en la que nadie se vuelve a mirarme, y espero tranquila, recatada, apoyada en mi columna, el momento de la confidencia.
1 comentario:
como si fuera posible viajar en el tiempo y darte una bienvenida con la imposible voz de entonces, con la voz imposible ahora...
y un gracias, GRACIAS, enorme.
Tu Viktor
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