Este libro es una crónica. Levanta acta de unos años de pasividad,
indignación y esperanza. Años de economía de guerra, arrasados por la
nueva religión del mercado, en que el expolio se justificaba con el
discurso de lo único posible y los nuevos sermoneadores laicos nos
decían desde sus púlpitos, habla El Roto citado al inicio de un poema:
"Mi trabajo de economista consiste en hacer que parezca necesario lo
intolerable". Miseria real, "eufemismos que matan", lo intolerable como
norma.
Los diferentes apartados del poemario están
jalonados por citas de Piloto de guerra, de Antoine de Saint-Exupéry y
estos textos se integran con una rabiosa y sorprendente actualidad,
dialogan con los poemas y recorren el mismo camino, del consentimiento a
la rebelión, que la poeta, y nosotros con ella, hemos realizado. Porque
este libro, de quien se nombra a sí misma diciendo "yo soy cualquiera",
está escrito escuchando muchas otras voces: las de la Asamblea Popular
del Paseo de Extremadura, la de "los dignos que luchan cada día por la
dignidad de todos": pues, como afirma Mayakovski en la cita final: "La
rotatva de los pasos sobre el papel de las plazas ha impreso esta
edición". Frente a economía de guerra, economía poética. Aquí nada se
excluye, todo es necesario: los textos ajenos, los agradecimientos, cada
verso y cada pausa. Ahora que "la muchedumbre ya no es muchedumbre, es
un pueblo, ¿como no habría de abrigar esperanza?", se pregunta
Saint-Exupéry. Y Ana Pérez Cañamares responde: "Somos pueblo. Hasta aquí
hemos llegado. No aguantamos más". Y sus versos exactos nos transmiten
una certeza: "perderemos la guerra de las mayúsculas/pero la vida está
de nuestra parte".
ANTONIO CRESPO MASSIEU
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